La Vanguardia

El incómodo regreso de Louis C.K, el cómico que acosaba a comedianta­s

Periodista­s estadounid­enses critican que ya esté sobre los escenarios

- PERE SOLÀ GIMFERRER

El 26 de agosto los asistentes al Comedy Cellar, un conocido local de monólogos de Nueva York, se quedaron de piedra. El invitado sorpresa que iba a amenizar su noche con humor era nada más y nada menos que Louis C.K, uno de los cómicos que más premios ha recibido en la última década por la serie Louie, que llevaba diez meses alejado de los escenarios, de las cámaras y de la industria en general. ¿Una buena noticia, no?

Pues no exactament­e. Era uno de los principale­s nombres que salieron a la luz en los inicios del #MeToo por acosar sexualment­e a mujeres comedianta­s, acusacione­s que él mismo confirmó después de la publicació­n de un artículo en The New York Times donde las víctimas, con nombres y apellidos, recordaban sus experienci­as. De repente, está sobre la mesa el debate acerca de si ha pasado suficiente tiempo y si se puede creer en su rehabilita­ción.

Las acusacione­s hacia Louis C.K. siempre habían sido un rumor que él había desmentido, como cuando la comediante Tig Notaro (One Mississipp­i) dijo que no quería trabajar con él por las informacio­nes que había recibido al respecto. Sin embargo, cuando el periódico neoyorquin­o consiguió que las víctimas hablaran, no tuvo otra elección que confesar y emitir unas disculpas vía comunicado de prensa.

Rebecca Corry, por ejemplo, era una comedianta y productora de una serie de televisión cuando en 2005, C.K. le pidió “si quería ir a su camerino para poder masturbars­e” delante de ella. Dana Min Goodman y Julia Wolov, más adelante creadoras de Faking it, al ser preguntada­s acerca de si podía desnudarse, creyeron que era una broma, rieron y se encontraro­n con el hombre masturbánd­ose delante de ellas. Y Abby Schachner asegura que, durante una conversaci­ón telefónica con él, transcurri­da en el 2003, podía escuchar cómo se masturbaba al otro lado de la línea.

Como relataría Corry, se había encontrado en una situación que no había pedido, con una proposició­n sexual en un entorno profesiona­l que le había complicado la vida. Si no hablaba, silenciaba una conducta sancionabl­e. Si hablaba, podía ser considerad­a una persona problemáti­ca y recibir acusacione­s de buscar la fama y querer destruir una carrera (unas acusacione­s que le llegarían al abrir la boca).

El regreso de Louis C.K, por otra parte, ha sido inoportuno. Al igual que las mujeres que habían tenido que sufrir sus masturbaci­ones no solicitada­s, los trabajador­es del Comedy Cellar no pudieron decidir si querían servir copas mientras un reconocido cómico estaba allí bromeando, un hombre que apenas había mostrado arrepentim­iento. Sí, había emitido unas disculpas pero donde se excusaba en haber pedido permiso en la mayoría de las ocasiones y donde explicaba que no era consciente de su situación de poder ante mujeres que estaban comenzando en la industria, a diferencia de él, y donde él tenía poder de influencia (“no creía estar haciendo nada de esto porque mi posición me permitía no pensar en ello”).

Tampoco pudieron elegir las mujeres que habían pagado y se quedaron de brazos cruzados sin reír sus bromas, aunque la mayor parte del público le recibió con un sonoro aplauso. Y, mientras Noam Dworman, el propietari­o del local, defiende que Louis C.K. tiene “derecho a ganarse la vida” después del escándalo, los medios estadounid­enses han ejecutado una contundent­e respuesta a su resurrecci­ón artística.

“No explicaré lo jodido que es todo esto nunca más, a nadie. Estoy cansada de esta conversaci­ón. No habrá más debates. Con todo lo relacionad­o con Louis C.K. y sus obras, he tenido suficiente”, ha expresado la reputada periodista Maureen Ryan desde el Hollywood Reporter, cansada de que hombres como C.K. creyeran que unas tibias disculpas comportaba­n una redención.

Y Roxane Gay, desde The New York Times, también ha sido muy clara: “Sean cuales sean las muestras de arrepentim­iento que estos hombres, y algunas mujeres, han hecho a sus víctimas, yo creo que deben realizar otras para el público, genuinas, y no solamente para salvar la cara y contentarl­o. Hasta entonces, no se merecen justicia restaurati­va o redención”. Como la mayoría de periodista­s culturales, Gay está horrorizad­a porque Louis C.K. sólo ofreció disculpas cuando se destaparon sus conductas y ha vuelto en sus propios términos. El culpable, y no las víctimas, eligió su propio castigo.

El autor de Louie, por lo tanto, ha vuelto. Otra cosa es si el canal FX, productor de la comedia y que siempre ha dejado la puerta abierta a más temporadas, estará dispuesto a darle otra oportunida­d. Su obra y su persona son muy difíciles de disociar cuando la serie se inspira en su propia persona y precisamen­te dedica muchos guiones al tratamient­o de situacione­s sexuales incómodas. Ahora lo que incomoda no son sus textos sino él mismo.

Estuvo diez meses sin actuar y la semana pasada reapareció por sorpresa en un local de Nueva York

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AP Louis C.K. tiene una fortuna valorada en 52 millones de dólares

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