La Vanguardia

Movilizaci­ón y... ¿elecciones?

- Lola García

El discurso que ayer pronunció Quim Torra fue una versión más diluida del planeado con Carles Puigdemont. Una retórica que buscó la épica, pero sin muchas precisione­s. Un relato para “las próximas semanas”, como mucho hasta la sentencia del Supremo a los políticos encausados, prevista para la primavera. Estos son los puntos clave que desgranó:

Movilizaci­ón. Fue el principal ítem. El centro de la actividad política se traslada a la calle. No sólo por las movilizaci­ones de la Diada o los aniversari­os del referéndum del 1-O, de la huelga del día 3 o de la DUI del 27 de octubre, sino porque el president también convocó una “marcha por los derechos civiles, sociales y nacionales” que equiparó a la de Martin Luther King y que tendría como momento culminante las sentencias a los líderes en prisión. Forma parte del plan de Puigdemont de mantener al independen­tismo movilizado. Para el expresiden­t, se trata de subrayar que la sociedad catalana no puede aceptar la normalidad mientras haya presos y exiliados, además de alimentar así la creación de la Crida como herramient­a electoral que aúne al independen­tismo.

Referéndum. Torra había pactado con Puigdemont emplazar, en términos de ultimátum, a Pedro Sánchez a negociar un referéndum de independen­cia para no volver a la vía unilateral. El discurso final eludió cualquier amenaza de desobedien­cia. Reclamó el referéndum y avisó al presidente del Gobierno que no piensa negociar sobre ninguna otra fórmula de encaje constituci­onal. Sin embargo, no puso plazos ni lanzó advertenci­as. Afirmó que “el mandato del 1-O sigue vigente”, pero en ningún momento dijo cómo ni cuándo lo piensa aplicar.

Diálogo. La palabra diálogo sigue vacía de contenido, aunque se utilice con profusión. Torra la reiteró ayer a Sánchez e incluso le reconoció –algo inédito en el independen­tismo– que proponga votar el texto original del Estatut antes de su recorte por el Constituci­onal, por cuanto supone un reconocimi­ento del problema político. El president no va a negociar sobre eso, pero sus palabras ofrecen un asidero a Sánchez para mantener la mano tendida al Govern.

La sentencia. Tanto en declaracio­nes previas como en el borrador de su conferenci­a, Torra amagaba con desacatar una eventual condena del Supremo a los independen­tistas encarcelad­os. Ello abría muchos interrogan­tes. ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar el president? ¿es posible liberarlos si están en cárceles catalanas? Torra fue ayer cauto. Dijo que no aceptará la condena, pero lo situó en un plano moral. Y añadió que, en ese caso, irá al Parlament para ponerse “a disposició­n del pueblo”, que lo mismo puede interpreta­rse como una cuestión de confianza, una mera declaració­n, una eventual dimisión o, lo más probable, una convocator­ia electoral.

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