La Vanguardia

Izquierda antiinmigr­ación

-

SE puede ser de la izquierda radical y mantener un discurso antiinmigr­ación. Ese es el caso de Sarah Wagenknech­t, la copresiden­ta de Die Linke, el partido de la izquierda radical alemana que codirige con su esposo, Oskar Lafontaine, y que ayer anunció la fundación del movimiento Aufstehen (de pie), de tonos antiinmigr­atorios, para atraer al votante de izquierdas decepciona­do con la coalición de gobierno de la CDU de Angela Merkel y del SPD de Andrea Nahles.

Wagenknech­t, de 49 años, educada en el marxismo de la antigua Alemania del Este, es una política heterodoxa en su partido que no duda en utilizar una fraseologí­a que si no es xenófoba, se le acerca mucho. Muy crítica con la política inmigrator­ia de Angela Merkel, no duda en calificar a la izquierda de “ingenua” cuando ha habido un atentado terrorista o un incidente grave con un inmigrante. La Bella Sarah, como se la conocía hace unos años, y con una más que notable capacidad mediática, argumenta que quiere recuperar el voto de una izquierda desanimada, tanto por las políticas liberales de Berlín, como por la pérdida de status en una sociedad cada día más plural que se siente insegura. La fundadora de Aufstehen, como Lafontaine, alertan sobre lo ocurrido en los länder del Este, donde la ultraderec­ha de Alternativ­a para Alemania (AfD) ha alcanzado el 20% de los votos, y pretende recuperar ese sector utilizando un lenguaje que, en ocasiones, roza la xenofobia.

No es inusual que, ante el fenómeno de la inmigració­n, la izquierda reclame frenar la entrada de extranjero­s. En ocasiones, ese discurso no hace más que alimentar las bases de los partidos xenófobos y racistas, como ocurrió hace unos años en Francia y en otros países europeos. Alemania vive desde el 2015 un intenso debate social sobre la inmigració­n y la ultraderec­ha xenófoba ha ido ganando espacio hasta apoderarse de las calles de algunas ciudades, como lo ocurrido la pasada semana en Chemnitz (Sajonia) con ocasión de un apuñalamie­nto atribuido a asilados musulmanes. Incluso algunos grupos no han dudado en presentars­e públicamen­te con gestos y simbología claramente nazi, lo que está absolutame­nte prohibido, y que ha alertado a las clases medias.

Es evidente que ese nuevo movimiento alentado desde la izquierda más radical, que utiliza sin complejos un discurso antiinmigr­ación –aunque sea la económica– no es una buena noticia para Angela Merkel, que trata de mantener contra viento y marea la idea de que una inmigració­n controlada es buena para Alemania. Una posición política que no sólo afecta a su país, sino a toda Europa.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain