Hijo de una sola raza
LUIGI LUCA CAVALLI-SFORZA (1922-2018) Genetista italiano
Por mucho que idearios políticos extremistas se empeñen en dividirnos, la ciencia es tozuda y nos dice que no hay fundamento para hablar de razas humanas. Luigi Luca Cavalli-Sforza, uno de los grandes investigadores de la genética humana, invirtió buena parte de su vida en defender y divulgar esta idea.
Cavalli-Sforza, fallecido el pasado viernes a los 96 años, se había obsesionado en estudiar la historia del hombre y creó un primer árbol genealógico de toda la humanidad. De hecho, su gran mérito es ser el primero en aplicar métodos matemáticos para describir nuestra historia.
Se basó en sus conocimientos como genetista, pero también en trabajos arqueológicos y lingüísticos. Defendía que no puedes limitarte sólo a los estudios de nuestro ADN, sino que hay que combinarlos con los culturales y la evolución de las lenguas. Sus estudios permitieron rastrear las huellas dejadas por los grandes movimientos migratorios del pasado y elaborar un modelo de cómo se distribuyó la población en el neolítico.
Hace 40 años los arqueólogos creían que la agricultura se expandió por imitación entre poblaciones. Una explicación que se contradecía con el hecho de que casi todos los idiomas que actualmente se hablan en Europa y Asia proceden de una única lengua, el indoeuropeo. Cavalli-Sforza propuso un modelo en el que los agricultores, al tener una mayor tasa de reproducción que los cazadores, se expandían a un área mayor.
También demostró que este modonde delo permite explicar la velocidad de la expansión, que era de un kilómetro por año aproximadamente. Después hizo mapas genéticos de Europa, que coincidían con exactitud con los mapas establecidos por los arqueólogos.
Nacido el 25 de enero de 1922 en Génova, Cavalli-Sforza se licenció en Medicina en la Universidad de Pavía. En 1948, se marchó al Reino Unido para trabajar durante dos años en la Universidad de Cambridge con Ronald A. Fischer, considerado uno de los genetistas más reconocidos de entonces. Y a partir de 1971 se trasladó a la Universidad de Stanford (Estados Unidos), realizó sus mayores investigaciones sobre la diversidad humana.
Convertido ya en un referente, compaginó su faceta como docente con la divulgación científica en libros y charlas por todo el mundo. Estuvo en numerosas ocasiones en Catalunya, con la que le unía además el hecho de que el mayor de sus cuatro hijos, Matteo, es catedrático de Física de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Sostenía que el futuro será mestizo: las migraciones y las telecomunicaciones crearán un mundo en el que se atenuarán las diferencias genéticas entre comunidades y en el que la mayoría de las lenguas se extinguirán en beneficio de unas pocas. Un mestizaje que, lejos de empobrecer, enriquece. Para él los matrimonios interraciales son positivos: “Yo personalmente pienso que todos los grandes atletas empiezan a ser híbridos interraciales”, aseguraba en este diario hace ya veinte años, cuando publicó una
de sus obras hoy clásicas: Genes,
pueblos y lenguas (Crítica, 2017). Le siguieron otras como La evolución
de la cultura (Anagrama, 2007) y
Quiénes somos. Historia de la diversidad humana (Crítica, 2015). Con todo, Cavalli-Sforza era pesimista respecto a que ese futuro mestizo trajera más comprensión mutua: “Seguirá habiendo lugar para el racismo, porque el racismo se debe más a diferencias culturales que genéticas”. Se fue viendo cómo su querida Europa le daba la razón.
Sostenía que el futuro será mestizo a causa de las migraciones y las telecomunicaciones