Haydn dixit
Schubertíada Intérpretes: Cuarteto Casals. Josep Pedrals, poeta y narrador Lugar y fecha: Canónica de Santa Maria de Vilabertran (2/IX/2018) Fin de la Schubertiada 2018 con una soberbia actuación del Cuarteto Casals. Una clausura de calidad a la altura de este pequeño Gran Festival del Empordà en una de sus mejores ediciones, sino la mejor.
Las Siete últimas palabras de Cristo en la cruz, obra de encargo del Oratorio de la Sociedad de la Cueva de Cádiz a un Haydn ya reconocido en esta época como el mejor compositor de Europa, tuvieron su fecha de estreno en su versión original orquestal en Viena el año 1787. Haydn llegó a realizar versión de cuarteto de cuerda, de piano y oratorio, para este maravilla que condensa en una hora, música trascen- dente, desnuda, esencial y catártica. Bravo por la iniciativa de clausurar el Festival con la versión de cuarteto y los Casals, formación que actúa en Vilabertran con un sentimiento de familiaridad que empatiza directamente con el oyente.
Incisivos, tersos, compenetrados en las diferentes voces, con golpes de arco exactos y un fraseo inmaculado lleno de colores y expresión. Como bien apuntó el musicólogo Carlos Calderón en una imperdible conferencia previa, esta obra es una suerte de Lieder ohne worte a la manera de las obras de Mendelssohn, música que encierra un significado que intenta ir más allá del verbo. Aun así, el carácter primigenio del encargo, para ser ofrecido con un acto litúrgico donde el texto de las siete últimas palabras de Cristo se alternaban con la introducción, siete sonatas y terremoto musical final de la obra compuesta de Haydn, se recreó en la Canónica con los textos y recitado del poeta Josep Pedrals.
Fue una lectura muy personal, que enfocó la visión del martirio final en la cruz con los ojos contemporáneos y críticos desde una prosa poética teatralizada, mundana y casi irreverente. El resultado, más experimental que redondo, contrastó con la lectura fluida, de aire contemplativo y reflexivo de los Casals. El fraseo dulce y luminoso de la introducción llevó la lectura por meandros sonoros que tuvieron paradas extáticas en las siete palabras. Parnasianos en la segunda, con calidez maternal desde los graves de chelo y la viola en la tercera, con atmósfera atemporal en el Deus meus de la cuarta palabra, sin miedo, con humano desasosiego, una quinta, Sitio, contrastada y generosa…
El fino arco de Abel Tomás, la claridad musical de Vera Martínez, el humanismo del sonido del chelo de Arnau Tomàs y la siempre certera viola de Jonathan Brown obraron el milagro acústico. La palabra de Haydn quedó suspendida en el aire después de un terremoto de impactante resolución. Una clausura inolvidable.