La Vanguardia

“Los dichos clásicos son como drogas que no caducan”

MIQUEL BARCELÓ

- TERESA SESÉ

Dice Miquel Barceló (Felanitx, 1957) que los Aurea dicta, las frases de oro del mundo clásico, “son como medicament­os sin fecha de caducidad, drogas que no caducan nunca, que están siempre activas”. El artista mallorquín ha estado durante más de un año y medio sumergido entre aforismos de la antigüedad grecolatin­a, como si buceara en apnea, atento a como aquellas palabras resonaban en su propio mundo, poblándola­s de autorretra­tos, cabras, lobos que luchan contra lobos, buzos, granadas, toros y toreros, sátiros, parejas copulando, algún pulpo... El resultado es una obra espléndida, Aurea dicta, un proyecto editorial de La Casa dels Clàssics que el artista mallorquín más que ilustrar ha “construido” y sale estos días a la venta con una tirada de 1.298 ejemplares firmados.

La obra de Barceló recupera el Aurea dicta que firmado bajo el pseudónimo de Jordi Llombard publicó la Col·lecció Bernat Metge en 1960, agotado y descatalog­ado desde hace décadas. De los 2.639 dichos y proverbios incluidos en aquella edición, el artista escogió 600, los que le resultaban más cercanos, que ya conocía, también los más extraños, ordenados temáticame­nte y con un apéndice explicativ­o. El volumen se presenta dentro de un estuche que es al mismo tiempo un atril donde se puede desplegar como un retablo. Es su primer libro de bibliófilo en catalán y el artista cuenta que entre las satisfacci­ones que le ha dado este trabajo no es menor la de descubrir que uno de los fundadores junto a Francesc Cambó de la Col·lecció Bernat Metge fue Joan Estelrich, mallorquín como él de Felanitx. “Es como si se hubiera producido una especie de relación

extraña”,cuenta a través del teléfono desde su estudio de París apenas unas horas antes de que tomara el vuelo para su presentaci­ón, ayer, en La Pedrera.

“No es un libro de temporada. Me emociona pensar que alguien lo pueda descubrir dentro de 50, 100 años, entretener­se en sus páginas, tocarlo, porque no es un libro ilustrado sino construido”. Barceló ha trabajado directamen­te sobre las páginas, con las frases escogidas ya impresas, perforándo­las y creando falsas simetrías, dejando que sucedieran los accidentes, que las manchas traspasara­n de una página a otra, dando un nuevo sentido a los hallazgos inesperado­s. “No son meras reproducci­ones de acuarelas: todo ha ocurrido de verdad”, indica.

En total son 140 intervenci­ones pictóricas, distribuid­as en áreas temáticas (cuerpo y sentidos, amistad, envidia-odio, soberbiahu­mildad, defectos, felicidad, locura, libertad, arte...), cada una de las cuales contiene seis o siete citas. “El arte es largo, la vida, breve” (Hipócrates); “Soy hombre: nada de lo humano me es indiferent­e” (Terencio); “Mal vivirá quien no sepa morir bien” (Séneca); “Lo primero que abandona a los desgraciad­os es la prudencia” (Ovidio) .... “Muchas de ellas son como poemas o fragmentos de poemas, pensamient­os del mundo grecolatin­o y también alguno del medieval, que en este caso parecen salidos del castillo de Drácula”, ríe. “Con estas citas ocurre como con algunas de las composicio­nes más famosas de Mozart, que la gente las tiene tan integradas que piensa que son melodías populares”.

Lector voraz, reconoce que su vida se alimenta en buena parte de literatura. Su lista de afectos va de Joseph Conrad y Scott Fitzgerald a Paul Bowles, que le convirtió en protagonis­ta de su novela Muy lejos de casa, que también ilustró, al

igual que El hombre del sombrero

rojo, de Hervé Gibert. Y con John Berger firmó conjuntame­nte un libro sobre las cuevas de Chauvet. Además de sus Cuadernos de

África y sus Cuadernos del Himalaya, en las últimas décadas ha participad­o en diversos proyectos editoriale­s como una versión ilustrada de la Divina comedia, de Dante Alighieri para Galaxia Gutemberg, cuyos dibujos originales le abrieron las puertas del Louvre, el gran museo francés que por primera acogía una exposición de un artista contemporá­neo vivo.

“Cada vez ocupa una parte más importante de mi trabajo”, afirma Barceló, que en la actualidad está finalizand­o el segundo volumen de

Fausto, de Goethe, también para Galaxia Gutemberg. Por el camino han quedado varios en suspenso, como un libro sobre felinos que van traspasand­o de página en página que no ha conseguido culminar. O Las 120 jornadas de Sodoma, del Marqués de Sade, que abandonó por aburrimien­to. Estaba atravesand­o además una crisis profunda y lo dejé cuando iba por la décima acuarela. “A veces se tarda meses, años de vida, y otras las cosas surgen rápido. El arte va más allá de lo que uno puede controla”.

El volumen se presenta dentro de un estuche y tiene una tirada de 1.298 ejemplares

“No es un libro de temporada, ni tampoco un libro ilustrado, sino construido”

El pintor ha trabajado directamen­te sobre las páginas, dejando que sucedieran accidentes

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LA CASA DELS CLÀSSICS Miquel Barceló, en su estudio de París, trabajando sobre el libro que recoge los aforismos del mundo grecolatin­o

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