Cine con menjase
La Mostra da un doble aviso contra la ideología extrema con un documental sobre Steve Bannon y un filme sobre el atentado de Noruega
La Mostra de Venecia ha servido de plataforma para dos filmes que inciden en el renacimiento de las ideas extremistas y populistas, como las que se encuentran detrás del líder derechista estadounidense y exasesor de Trump Steve Bannon, protagonista del documental American dharma.
El cine es algo más que arte y entretenimiento. También puede servir de vehículo ideológico. La Mostra de Venecia acogió ayer la presentación de dos películas muy diferentes cuyos autores coinciden sin embargo al concebirlas como advertencia contra los peligros de la extrema derecha y el populismo. Una es el largometraje 22 de julio, drama del británico Paul Greengrass sobre el atentado del año 2011 en Noruega, en el que el ultra Anders Breivik mató a 69 jóvenes en la isla de Utoya y otras 8 personas en Oslo. El otro filme es el documental de Errol Morris American dharma, que a través de una larga entrevista explora las ideas del exasesor de Donald Trump y líder derechista Steve Bannon. La proyección de esta segunda cinta, fuera de concurso, dio lugar a un fuerte debate en la ulterior rueda de prensa de Morris.
Un periodista preguntó a Morris si acaso no había proporcionado una plataforma a Bannon para que se explayara en la defensa de sus ideas. El cineasta estadounidense, ganador de un Oscar por el documental Rumores de guerra, acerca de Robert McNamara, respondió al informador que tratar de entender las motivaciones y el sentido de la doctrina “nacional populista” del antiguo estratega de la Casa Blanca no sólo es conveniente sino “esencial”. Por contra, permanecer en silencio ante tal discurso resulta “peligroso”, replicó. “Si te haces el avestruz y metes la cabeza en un agujero para no ver un riesgo, puedes concluir que no existe. Pero este peligro está ahí y es terrible”, adujo.
“Un gran número de cosas inquietantes ocurren en mi país y es importante para nosotros y para el resto del mundo comprender qué está pasando”. De ahí que, aún conociendo la capacidad manipuladora del individuo, Morris optara por hacer un documental que explicara “el origen y la naturaleza” de la ideología de Bannon y su gente.
El realizador lamentó el éxito que, según él, Bannon tiene en Europa. Sobre todo porque lo que le gustaría hacer es “destruir la Unión Europea y el euro, y convertir el Viejo Continente –de nuevo– en un mundo de belicosas naciones. Es una locura”, advirtió.
La discusión sobre si hubiera sido mejor hacer el vacío a Bannon, que estuvo en Venecia y según testigos asistió discretamente al pase del documental pero no participó en su presentación, coincidió con la también polémica decisión de The New Yorker, por presión de sus lectores, de anular la participación del agitador ultra de su ciclo de conferencias de otoño, al que estaba invitado.
La otra visión contra las consecuencias del extremismo de derechas expuesta en la Mostra, la de Greengrass en su filme sobre la matanza de Breivik en Noruega, es un explícito aldabonazo contra lo que el cineasta considera “el mayor giro que Europa ha dado” hacia esa ideología “desde la Segunda Guerra Mundial”. Hasta el punto de que “mucha gente en el mundo comparte las ideas de Breivik. Eso aterra y creo que necesitamos hablar sobre ello”. Porque “es muy peligroso convertirlo en un tabú”, vino a coincidir Greengrass con Morris.
El autor del documental sobre Bannon juzga peligroso ignorar sus ideas: hay que entender para denunciar, adujo