Algo más que botellón
‘La Vanguardia’ se suma a una patrulla nocturna contra los atracones en Platja d’Aro Preocupación policial al detectar que algunos locales se saltan las normas sobre menores El sector del ocio defiende que la mala praxis en el interior de los establecim
Ya nos íbamos... Pero si yo no bebo, tengo que conducir”, dice un joven. “Hemos pasado antes y os hemos visto. Y ahora otra vez”, responde un agente de la policía local de Platja d’Aro. “Ya nos íbamos. Y si lo dejamos...”, tercia otro joven. “No estábamos bebiendo”, replica un tercero. En el maletero de su coche aparecen botellas de alcohol frías y vasos usados. Unos segundos antes, tras ver acercarse la patrulla, las habían escondido. Hacían botellón.
Platja d’Aro no baja la guardia. Y menos este verano. Una nueva patrulla dedicada a combatir específicamente el consumo de alcohol en la calle, formada por dos agentes, ha interpuesto entre julio y agosto un total de 297 denuncias (en 2017, 122). Saber si ha habido un incremento real de esta práctica –que desde hace años el Ayuntamiento y varios organismos y entidades combaten de forma transversal– o si el trabajo de la patrulla no ha hecho más que hacer aflorar los casos que ya había es algo que “hasta final de año, y junto con más datos, no se podrá concretar”, detalla el subinspector David Puertas.
Entre los jóvenes denunciados este verano, con multas que van desde los 150 hasta los 300 euros, había un menor. Un chico holandés que fue pillado durante la verbena de Sant Joan. En el momento de los hechos estaba con su hermano, de 18 años. Los agentes localizaron a sus padres en Calonge, donde se hospedaban por vacaciones, y les pidieron que fueran a comisaría para informales de lo ocurrido.
Y es que en Platja d’Aro el consumo de alcohol en la vía pública no queda sólo en una multa. La policía local también contacta con sus familias y, si no es posible, les envía una carta a su casa. Servicios Sociales se hace cargo después del caso. Si el menor es del municipio, se le proporciona apoyo psicológico (a él y a su familia) y si es un consumidor habitual entonces se deriva a un tratamiento especializado.
Más allá del botellón, que se concentra actualmente en zonas como el Parc d’Aro, la estación de autobuses, la playa o la plaza de la Sardana y que los jóvenes practican antes de entrar a la discoteca, el consumo de alcohol en menores de 16 años, en concreto, se ha detectado en el interior de los locales. Es ahí donde esos adolescentes consiguen beber. Lo hacen tras esquivar los controles de entrada. A veces con documentos de identidad falsos o de otras perso- nas. Los Mossos d’Esquadra tienen localizados cinco establecimientos en el municipio que infringen la normativa, algunos de forma reincidente. Este verano han localizado a ocho menores dentro de locales donde tenían prohibida su entrada. Además, los agentes contactaron con los padres de al menos tres menores de 16 años por consumo de alcohol. Y en uno de esos lugares los mossos pillaron a cinco adolescentes consumiendo shisha (pipas de agua con o sin tabaco). “La presencia de menores en locales es escandalosa. Es un problema por la oferta de ocio nocturno”, subraya el jefe de la comisaría de Sant Feliu de Guíxols, el inspector Francesc Cardús, quien recalca que “no se trata de criminalizar a todo el sector porque hay empresarios que son muy responsables”.
Muchos establecimientos de la población limitan a dos el número de bebidas alcohólicas que pueden
Una sola patrulla ha interpuesto un total de 297 denuncias por la ingesta en la calle entre julio y agosto
servir a los mayores de 18 años a fin de que no entre en juego la picaresca de pedir para sus acompañantes menores de edad. Al menos esta es la recomendación que hacen desde la Associació d’Hoteleria, Restauració i Oci de Castell-Platja d’Aro y S’Agaró (adherida a Fecasarm), tal como explica su portavoz, Joaquim Boadas. “Si un mayor de 18 años tras pedir bebidas con alcohol cede una de ellas a un menor, la responsabilidad no es del local. Quien comete la infracción es el joven que la ha cedido”, destaca Boadas, quien subraya que los locales llevan a cabo un conjunto de medidas tanto en la barra como a fuera en la entrada para evitar precisamente esta problemática. “Además de limitar voluntariamente el número de bebidas, se hace un control muy estricto de los documentos de identidad en la cola de acceso. A los menores de 16 años no se les permite entrar. También se entrega un brazalete identificativo a los mayores de 18 años para que sólo ellos puedan pedir bebidas alcohólicas”, afirma Boadas.
Según el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento y concejal de Promoció Econòmica, Maurici Jiménez, “la situación no es de alarma”. “Somos conscientes de que existe este problema. Algunos locales optan por la vía de la mala pra- xis, pero es un porcentaje pequeño”, admite. Dos pubs y una discoteca han sido sancionados, según fuentes municipales. Las multas por vender alcohol a menores de 18 años ascienden a 3.000 euros y permitir la entrada a un menor de 16 años en un local cuyo acceso no está autorizado se considera una infracción grave con sanciones de hasta 10.000 euros para los empresarios.
Los tres jóvenes sancionados, Èric, Robert y Sham, de 18 años y vecinos de Vic, recogen la denuncia que les entrega la policía. Admiten ahora que bebían. Salieron de la cola de la discoteca para “dar un trago”. No hay excusas que valgan. En otra calle, tres chicas hacen lo mismo sentadas en un banco. Los agentes les hacen vaciar el alcohol y tirar la botellas a la papelera. Tres denuncias más. Y así hasta una decena en las dos horas que La Vanguardia patrulló con la policía. “Está prohibidísimo beber en la calle”, afirma el agente. Y más aún en el caso de estas chicas. Lo hacían justo delante de la comisaría de la policía local.
Multa de 3.000 euros por vender alcohol a jóvenes de menos de 18 y de hasta 10.000 por accesos ilegales
Al menos cinco bares de Platja d’Aro han vulnerado la ley sobre la entrada de los adolescentes
Una de las prácticas más habituales de los más pequeños es entrar con el DNI de un mayor de edad