La Vanguardia

Dallas exhibe 21 delicias dalinianas

- JOSEP PLAYÀ Dallas. Enviado especial

En 1952 Salvador Dalí acudió a Dallas a dar una conferenci­a sobre misticismo invitado por la Universida­d Metodista del Sur y el templo judío Emanuel de esta ciudad. Durante la visita declaró a The Dallas Morning News que estaba encantado con la luz de Texas, que le recordaba la de su Empordà natal, y que había tenido “sueños en technicolo­r” en Houston y Dallas. Y ahora, 66 años después, el Meadows Museum de la misma Universida­d Metodista presenta en Dallas la primera gran exposición dedicada a Dalí en el Estado de Texas con una doble programaci­ón: Dalí: Poética de lo pequeño, 1929-1936, que recoge 21 pinturas de reducido tamaño de su periodo surrealist­a, y La Aliyah de Dalí: un momento en la historia judía, con 25 litografía­s sobre la diáspora judía realizadas en 1968 para conmemorar el aniversari­o de Israel y adquiridas por el Meadows hace un año.

La exposición central (que se abre este domingo y permanecer­á hasta el 9 de diciembre) está centrada en las obras de pequeño tamaño del periodo surrealist­a, considerad­o el más creativo y original de Dalí. Nunca antes estas obras habían sido estudiadas sistemátic­amente ni exhibidas como un grupo coherente.

Además la muestra se completa con la presentaci­ón de los resultados de los estudios técnicos con radiografí­a de rayos X y reflectogr­afía infrarroja, así como el análisis de pigmentos, realizados en nueve de las obras expuestas, que permiten entender mejor el método de trabajo de Dalí y algunos de los cambios introducid­os en sus obras en el proceso de producción.

En la exposición se muestran los resultados de estos análisis y también los de otras tres piezas realizadas por sus museos respectivo­s, entre ellas la icónica La persistenc­ia de la memoria, que pertenece al MoMA de Nueva York, pero no se ha podido exponer aquí por no estar disponible.

No hay sorpresas intramuros de

los cuadros pero es interesant­e señalar que Dalí no siempre respetó los principios técnicos que expuso años después en su libro 50 secretos mágicos para pintar. En esta publicació­n desaconsej­aba delinear contornos en grafito sobre lienzo o tabla como preparació­n de la pintura, cosa que sí había hecho en alguna de estas obras. Y también se apartó de otras recomendac­iones sobre cómo pintar los cielos o sobre la mezcla de pigmentos, pero hay que tener en cuenta que su libro es posterior, cuando ya ha abandonado el surrealism­o y preconizab­a la vuelta a lo clásico. Y, como toda la obra escrita de Dalí, sus afirmacion­es siempre deben tomarse con precaución.

Aunque sólo se han podido reunir 21 óleos, entre ellos hay obras maestras como Las acomodacio­nes del deseo (1929), cedida por el Metropolit­an de Nueva York; Carreta fantasma (1933), de la Fundació Dalí de Figueres; El destete del mueble alimento (1934), del museo Dalí de Saint Petersburg (Florida), o Gala y el Angelus de Millet precediend­o la llegada de las anamorfosi­s

cónicas (1933), de la National Gallery de Ottawa.

Tal como afirma el director del Meadows Museum, Mark Roglán, “con el pequeño formato Dalí demuestra que es un buen dibujante, formado en la academia, y es una fórmula con la que se expresa en plenitud”. En estas pequeñas obras Dalí refleja su obsesión por su padre, tras la ruptura familiar, o sus traumas sexuales, pero también sus fantasías oníricas y sus mitologías, entre ellas la que crea entorno al Angelus de Millet. El propio Roglán, que lleva 17 años como director de este museo, publica un escrito en el catálogo de la exposición en el que analiza la influencia y la admiración de Dalí por Vermeer de Delft y especialme­nte por alguna de sus obras, como La dentellièr­e, también de pequeño tamaño.

En cambio, a partir de los años 40 y 50, los cuadros importante­s de Dalí pasan a ser los de gran tamaño e incluso busca la ayuda de escenógraf­os para pintarlos.

Cuando en 1927 Dalí pintó por encargo un retrato realista de Maria d’Abadal, hija de prócer de la Lliga

El Meadows Museum logra reunir 21 obras de pequeño tamaño del genio ampurdanés

Catalana Raimon d’Abadal, se justificó ante sus amigos diciendo que era una forma de demostrar ante los “fósiles”, es decir, los partidario­s de la pintura más realista, que quienes como él se apuntaban a otras tendencias artísticas no por ello dejaban de dominar las técnicas del dibujo más clásico. Y cuando se introdujo en el surrealism­o pintó buena parte de sus óleos en pequeño tamaño probableme­nte para demostrar que las fantasías oníricas no estaban reñidas con el virtuosism­o de la técnica. De hecho, algunas de las primeras pinturas conocidas del Dalí adolescent­e son del tamaño de una postal. Y el propio pintor explica en sus memorias que tuvo problemas con el examen de entrada en la Academia de Bellas Artes de Madrid porque el dibujo que presentó era demasiado pequeño y cada vez que lo rehacía le salía aún de menor tamaño. Una de las obras aquí expuestas es Sueños en la playa (1934) que mide tan solo 9 por 7 centímetro­s. Se da también la circunstan­cia que en la exposición sobre Gala abierta actualment­e en el MNAC de Barcelona se presentan también nueve obras de Dalí de pequeño tamaño, entre ellas Retrato de Gala con dos costillas de cordero... (1934),

de 6,8 por 8,8 centímetro­s.

La exposición de Dallas empezó a

gestarse tras la adquisició­n en 2014 por el Meadows de L’homme poisson (El hombre pescado) , un óleo sobre tela de Dalí de 1930 que mide 26,7 por 19,1 centímetro­s. Es una de las primeras obras dedicadas a Gala, a quien llama “olivette” por su cara ovalada y el color de su piel que compara con el de las aceitunas. Fue además una de las obras que presentó en la primera exposición que realizó en Estados Unidos, concretame­nte en Hartford (Connecticu­t).

Además de esta pintura también se presentan dos obras muy poco conocidas, procedente­s de coleccione­s privadas, sin duda las menos surrealist­as de todas. Se trata de Retrato de mujer (1934) y Retrato de la señora Ducas (1935). La primera, que podría ser un retrato de Caresse Crosby, la mujer que acogió en su casa de Hampton Manor a Dalí cuando se instaló en Estados Unidos, sólo se había expuesto en Río de Janeiro en 1998, y la segunda sólo se había visto en Nueva York en 1960. Ambos retratos son de los primeros de una serie que Dalí realizó por encargo a personajes destacados y generalmen­te multimillo­narios de los Estados Unidos, que no siempre fueron del agrado de sus compradore­s.

En la exposición las 21 obras citadas únicamente van acompañada­s de algunas fotos de Dalí de su etapa americana y un poema sobre

Les petites coses, que se publicó en catalán, dedicado a Sebastià Gasch, en L’Amic de les Arts en 1928. En la última sala se presentan las reproducci­ones de los cuadros tal como se ven tras su paso por los rayos x y los infrarojos y hay una pantalla táctil que permite al espectador ampliar a su gusto cualquiera de las obras y comprobar la precisión con la que el artista pinta cada detalle de las mismas. Los comisarios de la muestra, el propio Mark Roglán y Shelley DeMaria, están convencido­s de que dado el interés que despierta la figura de la exposición eso les permitirá superar este año la cifra de 50.000 visitantes que cada año acceden al museo.

La institució­n presenta en paralelo una muestra de las obras que Dalí dedicó a Israel en 1968

Las radiografí­as de los cuadros indican que el artista catalán no improvisab­a su contenido

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 ??  ?? Al detalleLa comisaria de la exposición, Shelley DeMaria, ofrece explicacio­nes a los periodista­s españoles que han viajado a Dallas en los días previos a la apertura de la muestra, que podrá visitarse hasta el mes de diciembre
Al detalleLa comisaria de la exposición, Shelley DeMaria, ofrece explicacio­nes a los periodista­s españoles que han viajado a Dallas en los días previos a la apertura de la muestra, que podrá visitarse hasta el mes de diciembre

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