La Vanguardia

Por sólo 200 euros mensuales

- Quim Monzó

La empresa Haibu 4.0 tiene la intención de inaugurar en Barcelona un edificio con viviendas de 1,20 metros de anchura, 1,20 de altura y 2 de longitud. Según algunos medios la inauguraci­ón de esas cajas de cerillas será el lunes próximo, en Sants, en la zona de Badal, con la intención de abrir después otros en otros barrios, antes de expandirse a más ciudades. MiniHouses se llaman. Según otros, la fecha concreta de inauguraci­ón no es tan clara.

En ese espacio mínimo hay una cama, un estante y una mesilla. El baño está en una sala común, que compartes con los inquilinos de las otras microvivie­ndas. En la misma sala hay un microondas y acceso a wifi. Buena parte de la ciudadanía está indignada con la noticia. Unos dicen que son pisos colmena, otros que son ataúdes, otros “infravivie­ndas de diseño”. El adjetivo “indignos” se repite a diestro y siniestro. Se inspiran en experienci­as parecidas en Japón. El Ayuntamien­to dice que no los permitirá porque la normativa de la ONU exige un mínimo de 40 metros cuadrados. Los impulsores del negocio no piensan darse por vencidos: “Estamos batallando muy duro contra el Consistori­o y no nos rendiremos porque esto no lo hacemos para ganar dinero, lo hacemos para ayudar”.

Que no lo hacen para ganar dinero no se lo creen ni ellos, pero curiosamen­te la mayoría de los medios omiten una de las afirmacion­es de los promotores: que son una alternativ­a para aquellas personas de fuera de Barcelona que durante la semana trabajan o estudian aquí y no les sale a cuenta volver a casa si viven lejos. Quien quiera acceder tiene que cumplir unos requisitos: tener más de veinticinc­o años y menos de cuarenta y cinco, sin antecedent­es penales, ni mascotas, y una nómina de 450 euros al mes como mínimo. La afirmación de que estos minialojam­ientos los han concebido para personas de fuera de Barcelona me hace pensar en los pied-à-terre, esos apartament­os habituales en Nueva York que los días laborables usan las personas que trabajan en Manhattan pero viven en otras ciudades y no les sale a cuenta volver cada día a casa. Los hay sobre todo en Midtown. A diferencia de los pisos colmena que proponen en Barcelona, sobre todo los utilizan gente con pasta.

En la escuela nos hablaban a veces de un filósofo griego llamado Diógenes. Nació en Sinope pero su padre tuvo problemas por haber falsificad­o moneda y el chico acabó viviendo en Atenas y en Corinto. Nos explicaban que era uno de los fundadores de la escuela cínica de filosofía y nos lo vendían como modelo de austeridad. Despreciab­a las convencion­es sociales y culturales, era muy crítico con Platón y, para boicotear sus sermones, mientras el fundador de la Academia peroraba él se ponía a comer delante de él. Vestía de manera sencilla, alejado de todo lujo, y vivía dentro de una tinaja de medidas todavía más pequeñas que las MiniHouses. ¿Nos lo ponían como ejemplo de vida y ahora nos dicen que los pisos colmena son infravivie­ndas indignas? A él le habrían parecido excesivame­nte anchos, y ni el acceso a un microondas lo habría convencido.

¿De verdad son tan indignos los pisos colmena que quieren inaugurar en Barcelona?

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