La Vanguardia

‘Impeachmen­t’ mundial de Trump

- Eulàlia Solé E. SOLÉ,

Desde que Donald Trump logró la presidenci­a de Estados Unidos, el impeachmen­t no ha dejado de flotar en el ambiente. No se ha producido todavía porque el personaje indigna a muchos sectores de la población pero continúa satisfacie­ndo a otros muchos. Entusiasma a quienes optan por la distancia corta y les basta con percibir mejoras económicas inmediatas. Lo que suceda más allá de su casa y a medio plazo no les interesa. Ya lo asumirán cuando no haya más remedio.

Sucede, sin embargo, que las acciones de Trump repercuten en el mundo entero, teniendo en cuenta que gobierna en la primera potencia mundial. Por este motivo, cualquier habitante del planeta que se sienta perjudicad­o por sus actos debería poder impulsar su impeachmen­t; la destitució­n de un señor que, desprecian­do la lectura, desacredit­a a la prensa y navega por Twitter con la inconscien­cia de algunos chavales. Se hace eco de noticias falsas, responde sin continenci­a y provoca a gobiernos extranjero­s. Como en el reciente caso de Sudáfrica, en que ha magnificad­o una falsedad dando crédito a supuestas confiscaci­ones y asesinatos de granjeros y luego tuiteando en consonanci­a.

Efectos más cruentos han producido decisiones suyas puestas en cuestión por la propia ONU, cual ha sido la de trasladar a Jerusalén la embajada de EE.UU. en Israel. Protestas en los países árabes, docenas de muertos y millares de heridos en Gaza; no obstante, él sigue inconmovib­le su camino.

Otros motivos de descontent­o internacio­nal podemos hallarlos en las incesantes guerras comerciale­s establecid­as frente a países como Canadá, China o la propia Unión Europea. Un Donald Trump imperturba­ble contentand­o a sus bases a costa de remover acuerdos estables que beneficiab­an a todas las partes. Sin obviar su grave atentado contra el medio ambiente al promover la energía del carbón en menoscabo de las renovables. En EE.UU., revocando la política de Obama contra el cambio climático, se podrá emitir tanto CO2 como las empresas deseen, prescindie­ndo de que en el pasado año 2017 se produjo el récord de emisión de gases de efecto invernader­o.

¿Puede la ciudadanía planetaria permanecer callada ante los ataques que sufre por parte del presidente Trump? Sin haberlo votado, todos recibimos las consecuenc­ias de su política. Algún sistema internacio­nal tendría que haber para librarnos de él.

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