La Vanguardia

El gimnasio social del Raval, a punto de echar el cierre

El Ayuntamien­to no ha tramitado aún la compra de parte del edificio ni promovido la declaració­n para pisos de protección oficial

- FEDE CEDÓ

La apetecible parcela del número 46 de la Ronda Sant Pau de Barcelona provoca que los promotores del gimnasio social que lleva el mismo nombre empiecen a dudar de las promesas del Ayuntamien­to en lo que respecta a preservar la instalació­n y promover 46 pisos sociales sobre el edificio. Los trabajador­es lamentan que “nada haya avanzado” en relación con el compromiso que adquiriero­n todas las fuerzas políticas representa­das en el Ayuntamien­to para evitar la especulaci­ón urbanístic­a y la desaparici­ón de uno de los emblemas sociales del Raval. No dudan en avisar que “no podremos aguantar hasta diciembre” y aventuran que se verán abocados al cierre definitivo de la actividad.

El desasosieg­o hace mella en los miembros de la cooperativ­a que impulsa una instalació­n atípica, un gimnasio que se nutre de las cuotas de socios, pero que mantiene un componente social desde hace más de 80 años. “Atendemos a 900 personas necesitada­s de forma gratui- ta”, de las que un centenar son derivadas desde el propio Ayuntamien­to. “Cada mes se duchan 1.200 personas, por lo que abonamos 400 euros de agua”. Aparte queda la labor social implícita y la colaboraci­ón de las 28 entidades de la ciudad. Todo un componente que cae en el olvido por parte del ejecutivo de Ada Colau, “que sólo tiene que comprar parte del edificio y declararlo apto para viviendas de protección oficial”, un trámite gratuito que aún no se ha materializ­ado y que expone el gimnasio a la implacable especulaci­ón .

“Hemos hecho los deberes”, recuerdan desde la cooperativ­a de trabajador­es, por lo que “también pagamos un precio muy alto”. Para mantener el servicio se han visto obligados a reducir un 40% la plantilla de trabajador­es (de 16 a 10), rebajarse el sueldo y aumentar en 15 horas semanales la jornada laboral. “Todo para no desaparece­r confiando en que el gobierno cumplirá su palabra”.

Atrás quedan numerosas vicisitude­s que les han acabado fortalecie­ndo, como el cierre de la actividad durante diez meses “porque un narcopiso nos inundó las instalacio­nes” y los técnicos municipale­s tardaron diez meses en permitir el acceso. “Las soluciones están ahí, pero el Ayuntamien­to es demasiado lento y a nosotros nos falta tiempo”, exclaman ante la pasividad municipal, como demuestra que nada se haya movido aún en los despachos.

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SALVEM EL SANT PAU La instalació­n deportiva de la calle Sant Pau, cerca del mercado de Sant Antoni de Barcelona

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