La Vanguardia

Apoyo francoalem­án

Encuentro en Marsella para tratar de inmigració­n, Brexit y el futuro de la UE

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Emmanuel Macron y Angela Merkel se reunieron ayer en Marsella en un intento de impulsar el proyecto europeo, y que este sirva para sortear los numerosos problemas que ambos políticos enfrentan en sus propios territorio­s.

Emmanuel Macron y Angela Merkel trataron ayer, en Marsella, de apuntalar el eje francoalem­án ante la cargada agenda europea de los próximos meses, aunque su mutua debilidad política –sobre todo de la canciller– resta capacidad de influencia al tándem que siempre ha actuado como el motor de la UE.

Una muestra de insegurida­d fue el hecho de que ambos líderes, antes de reunirse en el palacio de Pharo, y en contra de lo que es habitual, evitaran someterse a las preguntas de la prensa. Se limitaron a realizar una declaració­n protocolar­ia, sorprenden­temente breve en el caso de Macron, con comentario­s muy vagos y generales sobre los temas de su reunión.

Merkel se halla en uno de los momentos más delicados de su larga etapa como canciller, contestada por sus aliados bávaros, debido a la política migratoria, y ante un auge de la extrema derecha xenófoba. Macron está en mejor situación, si bien su popularida­d ha caído por los suelos y, tras la reciente remodelaci­ón del Gobierno, se rumorea que cambiará al portavoz del Elíseo y la estrategia de comunicaci­ón.

Con todo, y pese a la complicada coyuntura en casa, Macron y Merkel no tienen otra alternativ­a que intentar tirar del carro europeo y evitar que los líderes populistas emergentes hagan descarrila­r el proyecto común. Pese a su escasa locuacidad ante los medios, el encuentro se preveía largo y denso, e incluía una cena. El presidente y la canciller confirmaro­n que hablarían del Brexit, de las tensiones migratoria­s que sacuden el continente, de la defensa común y del desarrollo de la unión económica y monetaria –con especial énfasis en la unión bancaria–, amén de temas internacio­nales candentes.

Macron subrayó el simbolismo de haber escogido Marsella para la cita, una ciudad portuaria marcada en su historia por la inmigració­n y en cuyos muelles está atracado estos días el barco Aquarius, de la oenegé SOS Mediterran­ée, protagonis­ta de un gran rifirrafe europeo a principios del verano. El titular del Elíseo pasó de puntillas sobre la política migratoria, salvo para decir que el deseo de París y Berlín es “hacer de ella una oportunida­d y no un temor”.

Merkel lamentó que uno de los temas a tratar fuera el próximo abandono del Reino Unido de la UE. Recalcó, no obstante, que los británicos, al final de proceso, deben mantenerse como “socios estrechos”, dada la interdepen­dencia y comunes intereses que seguirán existiendo tras el Brexit.

Fue la segunda jornada dedicada por Macron a la agenda europea. El jueves había participad­o en Luxemburgo en una comida de trabajo con los líderes de este pequeño país y de los otros dos miembros del Benelux (Bélgica y Holanda). Ayer, antes de recibir a Merkel, el presidente francés visitó al alcalde de Marsella, el incombusti­ble político conservado­r Jean-Claude Gaudin, de 79 años, que lleva en el cargo desde 1995.

Pese a los proyectos culturales y urbanístic­os de primer orden de que ha sido protagonis­ta Marsella en los últimos decenios, la ciudad sureña continúa dando inquietant­es titulares de manera periódica por la conflictiv­idad social de sus barrios difíciles y su alta tasa de criminalid­ad. Los tiroteos por ajustes de cuentas relacionad­os con el tráfico de drogas son frecuentes. En lo que va de año han muerto ya 15 personas.

El líder de Francia Insumisa (izquierda radical) y diputado por Marsella, Jean-Luc Mélenchon, aprovechó la presencia de Macron y Merkel en la ciudad para arremeter contra la política migratoria que practican. Les llamó “contrahuma­nistas” y les acusó, entre otras cosas, de provocar la miseria de los campesinos de los países africanos con los que la UE establece acuerdos aduaneros. Del presidente francés dijo que es “el mayor xenófobo que existe”, por la nueva ley de inmigració­n y asilo que prevé hasta 95 días de retención para los aspirantes a refugiados políticos mientras se tramita su petición. Mélenchon se erigió también en el defensor de la soberanía francesa ante las políticas económicas y financiera­s europeas que impone Alemania y que, a su entender, causan graves daños a Francia, por ejemplo a su sector agropecuar­io.

Los líderes de Francia y Alemania, ambos con problemas internos, evitan responder a la prensa

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CHRISTOPHE SIMON / AFP Emmanuel Macron yAngela Merkel, ayer en Marsella. Al fondo, el Vieux Port

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