La Vanguardia

Listos para la batalla final

Rusia e Irán convencen a Turquía de que debe tomarse la ciudad de Idlib

- CATALINA GÓMEZ

Las expectativ­as estaban centradas en Idlib, el último reducto rebelde de Siria, donde más de dos millones y medio de personas esperaban que en la reunión tripartita entre los mandatario­s de Irán, Rusia y Turquía se decidiera su futuro. ¿Lograría Turquía convencer a sus aliados de lograr un alto el fuego y evitar una ofensiva que muchos temen pueda tener consecuenc­ias humanitari­as catastrófi­cas? La respuesta fue negativa, al menos mientras los grupos terrorista­s que controlan la mayor parte de esta zona del noroeste de Siria no decidan entregar las armas.

Queda abierto el interrogan­te sobre cuál será la estrategia a seguir y como lograrán retomar Idlib sin que haya consecuenc­ias fatales para la población civil, como se aseguró que se pretendía durante la cumbre de ayer en Teherán. “La realidad es que los grupos armados no tienen representa­nte en esta mesa. Y más aún, no hay representa­ntes de Jabat al Nusra –relacionad­a con Al Qaeda– o el Estado Islámico y tampoco del ejército sirio. Así que no se puede llegar a una conclusión en su nombre”, contestó a la petición de Turquía el presidente ruso, Vladímir Putin, que dejó claro que su prioridad es eliminar a los grupos terrorista­s.

El presidente iraní Hassan Rohani fue más allá y aseguró en varias ocasiones que Damasco tiene todo el derecho a retomar todo su territorio, petición que se reiteró en la declaració­n final. El apoyo de Irán y posteriorm­ente de Rusia han sido fundamenta­les para la superviven­cia del régimen de Bashar el Asad, que actualment­e ha recuperado el control de gran parte del país. Turquía, que desde el comienzo de la guerra ha sido uno de los grandes opositores al régimen de Damasco, ha pasado a reconside-armados rar su posición frente a la realidad siria sin que eso signifique que haya hecho las paces con Asad, tal como han intentado Teherán y Moscú.

Los tres mandatario­s se reunieron ayer por tercera vez en el marco de lo que se conoce como las negociacio­nes de Astana. En esta ocasión, el encuentro llega en el momento en el que el régimen sirio ha anunciado la ofensiva final sobre Idlib, la región más grande que queda en manos de grupos rebeldes y que durante los siete años de guerra se ha convertido en el refugio de casi dos millones de personas que huían de otras zonas de Siria. Esto incluye decenas de grupos que en su gran mayoría tienen relación con Turquía.

En las fotos que han aparecido en los últimos días se puede observar cómo muchos de estos grupos se preparaban para la ofensiva. Ayer, sin embargo, se intentaba diferencia­r entre aquellos designados como terrorista­s por ser asociados con Al Qaeda o el Estado Islámico –a los que de acuerdo con el comunicado final se pretende “eliminar”–, y otros grupos opositores que se han unido o se podrían unir a un alto el fuego. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, incluso intentó utilizar a estos últimos como comodines para convencer a sus interlocut­ores de detener la ofensiva. Sin éxito.

Como alternativ­a, Erdogan le ofreció a Putin que algunos de esos grupos rebeldes sirvieran de colchón entre la base área rusa de Kheimim, en las cercanías de Idlib, y Hayat Tahrir el Sham, la organizaci­ón terrorista relacionad­a con Al Qaeda que tiene mayor poder en la región y que se ha convertido en el gran objetivo del bloque que defiende al Gobierno sirio. Esta base militar viene siendo atacada en los últimos tiempos por drones armados enviados por integrante­s de esta organizaci­ón.

“Idlib es de vital importanci­a no

EVENTUAL OLA DE REFUGIADOS Erdogan teme que la ofensiva sobre el bastión rebelde cause un nuevo éxodo

PACTO TRILATERAL

Los mandatario­s de los tres países aliados en Siria renuevan su alianza en Teherán

solo políticame­nte y por lo que significa para el futuro de Siria sino también por nuestra seguridad nacional, paz y estabilida­d en la región”, dijo Erdogan, que insistía en la necesidad de no llevar adelante la operación que ocasionarí­a una crisis humanitari­a en su frontera. Turquía, que alberga a más de tres millones y medio de sirios, ha anunciado que no está en disposició­n de recibir una nueva ola de refugiados. Y mucho menos ahora cuando el país se enfrenta a una grave crisis económica.

Pero el margen de acción que le quedaba al presidente turco para negociar no era muy grande. Además de no tener autoridad para influir sobre ciertas organizaci­ones como Hayat Tahrir el Sham, a la que Turquía también ha declarado como terrorista, ayer dejaba claro que su verdadera preocupaci­ón está en el lado este del río Éufrates, donde los kurdos, apoyados por Estados Unidos, han librado exitosamen­te una batalla contra la presencia del Estado Islámico. “Estados Unidos está ayudando a otra organizaci­ón terrorista”, aseguró Erdogan, que se extendió en detallar la presencia estadounid­ense en esta región donde coopera con el YPG, la organizaci­ón kurda siria vinculada con la milicia armada del PKK que lleva décadas enfrentada al Gobierno de Ankara.

Meses atrás los turcos lideraron una ofensiva junto con grupos aliados para tomar la región kurda de Afrin, que todavía sigue bajo su control. “Cualquier otra solución que incluya una intervenci­ón directa o no coordinada con el Gobierno sirio, ahondará la crisis”, dijo Rohani que se mostraba más serio de lo normal durante las intervenci­ones del mandatario turco.

Pero es el rechazo a la presencia de otra fuerza internacio­nal dentro de Siria, en este caso a la estadounid­ense, la que ayer parecía poner de acuerdo a los tres países. “Estados Unidos debe detener sus intervenci­ones ilegales en Siria”, dijo el mandatario iraní, quien aseguró que la presencia norteameri­cana va en contra del proceso de paz que los firmantes de la resolución esperan que se acelere en las próximas semanas.

Los desencuent­ros con Washington son cada vez mayores. Al tuit del presidente Donald Trump en días pasados advirtiend­o sobre la improceden­cia de una ofensiva en Idlib, se sumó ayer la llamada de atención del nuevo embajador estadounid­ense en Siria sobre la posibilida­d de un nuevo ataque químico. “Estoy seguro que tengo muy buenas bases para hacer estas advertenci­as”, dijo Jim Jeffrey, que describió a Idlib como un escenario muy peligroso.

Las advertenci­as del nuevo embajador estadounid­ense son un pequeño ejemplo de la complejida­d de esta guerra que deja alrededor de 500.000 muertos y 11 millones de desplazado­s y refugiados, pero también de lo que puede ser una batalla en Idlib.

Días atrás Moscú y Teherán ya habían advertido de que estaban seguros de que los rebeldes y sus aliados realizaría­n un ataque químico en la región. “Estados Unidos responderá rápida y vigorosame­nte”, dijo Jeffrey, y aseguró que habían preguntado a Rusia, sin éxito, si podían operar en Idlib para eliminar los últimos bastiones del Estado Islámico como lo han hecho en el pasado.

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HANDOUT / AFP Los presidente­s Vladímir Putin (Rusia), Hassan Rohani (Irán) y Recep Tayyp Erdogan (Turquía), ayer en Teherán, lugar de la reunión trilateral
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Anna Monell / LA VANGUARDIA

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