Listos para la batalla final
Rusia e Irán convencen a Turquía de que debe tomarse la ciudad de Idlib
Las expectativas estaban centradas en Idlib, el último reducto rebelde de Siria, donde más de dos millones y medio de personas esperaban que en la reunión tripartita entre los mandatarios de Irán, Rusia y Turquía se decidiera su futuro. ¿Lograría Turquía convencer a sus aliados de lograr un alto el fuego y evitar una ofensiva que muchos temen pueda tener consecuencias humanitarias catastróficas? La respuesta fue negativa, al menos mientras los grupos terroristas que controlan la mayor parte de esta zona del noroeste de Siria no decidan entregar las armas.
Queda abierto el interrogante sobre cuál será la estrategia a seguir y como lograrán retomar Idlib sin que haya consecuencias fatales para la población civil, como se aseguró que se pretendía durante la cumbre de ayer en Teherán. “La realidad es que los grupos armados no tienen representante en esta mesa. Y más aún, no hay representantes de Jabat al Nusra –relacionada con Al Qaeda– o el Estado Islámico y tampoco del ejército sirio. Así que no se puede llegar a una conclusión en su nombre”, contestó a la petición de Turquía el presidente ruso, Vladímir Putin, que dejó claro que su prioridad es eliminar a los grupos terroristas.
El presidente iraní Hassan Rohani fue más allá y aseguró en varias ocasiones que Damasco tiene todo el derecho a retomar todo su territorio, petición que se reiteró en la declaración final. El apoyo de Irán y posteriormente de Rusia han sido fundamentales para la supervivencia del régimen de Bashar el Asad, que actualmente ha recuperado el control de gran parte del país. Turquía, que desde el comienzo de la guerra ha sido uno de los grandes opositores al régimen de Damasco, ha pasado a reconside-armados rar su posición frente a la realidad siria sin que eso signifique que haya hecho las paces con Asad, tal como han intentado Teherán y Moscú.
Los tres mandatarios se reunieron ayer por tercera vez en el marco de lo que se conoce como las negociaciones de Astana. En esta ocasión, el encuentro llega en el momento en el que el régimen sirio ha anunciado la ofensiva final sobre Idlib, la región más grande que queda en manos de grupos rebeldes y que durante los siete años de guerra se ha convertido en el refugio de casi dos millones de personas que huían de otras zonas de Siria. Esto incluye decenas de grupos que en su gran mayoría tienen relación con Turquía.
En las fotos que han aparecido en los últimos días se puede observar cómo muchos de estos grupos se preparaban para la ofensiva. Ayer, sin embargo, se intentaba diferenciar entre aquellos designados como terroristas por ser asociados con Al Qaeda o el Estado Islámico –a los que de acuerdo con el comunicado final se pretende “eliminar”–, y otros grupos opositores que se han unido o se podrían unir a un alto el fuego. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, incluso intentó utilizar a estos últimos como comodines para convencer a sus interlocutores de detener la ofensiva. Sin éxito.
Como alternativa, Erdogan le ofreció a Putin que algunos de esos grupos rebeldes sirvieran de colchón entre la base área rusa de Kheimim, en las cercanías de Idlib, y Hayat Tahrir el Sham, la organización terrorista relacionada con Al Qaeda que tiene mayor poder en la región y que se ha convertido en el gran objetivo del bloque que defiende al Gobierno sirio. Esta base militar viene siendo atacada en los últimos tiempos por drones armados enviados por integrantes de esta organización.
“Idlib es de vital importancia no
EVENTUAL OLA DE REFUGIADOS Erdogan teme que la ofensiva sobre el bastión rebelde cause un nuevo éxodo
PACTO TRILATERAL
Los mandatarios de los tres países aliados en Siria renuevan su alianza en Teherán
solo políticamente y por lo que significa para el futuro de Siria sino también por nuestra seguridad nacional, paz y estabilidad en la región”, dijo Erdogan, que insistía en la necesidad de no llevar adelante la operación que ocasionaría una crisis humanitaria en su frontera. Turquía, que alberga a más de tres millones y medio de sirios, ha anunciado que no está en disposición de recibir una nueva ola de refugiados. Y mucho menos ahora cuando el país se enfrenta a una grave crisis económica.
Pero el margen de acción que le quedaba al presidente turco para negociar no era muy grande. Además de no tener autoridad para influir sobre ciertas organizaciones como Hayat Tahrir el Sham, a la que Turquía también ha declarado como terrorista, ayer dejaba claro que su verdadera preocupación está en el lado este del río Éufrates, donde los kurdos, apoyados por Estados Unidos, han librado exitosamente una batalla contra la presencia del Estado Islámico. “Estados Unidos está ayudando a otra organización terrorista”, aseguró Erdogan, que se extendió en detallar la presencia estadounidense en esta región donde coopera con el YPG, la organización kurda siria vinculada con la milicia armada del PKK que lleva décadas enfrentada al Gobierno de Ankara.
Meses atrás los turcos lideraron una ofensiva junto con grupos aliados para tomar la región kurda de Afrin, que todavía sigue bajo su control. “Cualquier otra solución que incluya una intervención directa o no coordinada con el Gobierno sirio, ahondará la crisis”, dijo Rohani que se mostraba más serio de lo normal durante las intervenciones del mandatario turco.
Pero es el rechazo a la presencia de otra fuerza internacional dentro de Siria, en este caso a la estadounidense, la que ayer parecía poner de acuerdo a los tres países. “Estados Unidos debe detener sus intervenciones ilegales en Siria”, dijo el mandatario iraní, quien aseguró que la presencia norteamericana va en contra del proceso de paz que los firmantes de la resolución esperan que se acelere en las próximas semanas.
Los desencuentros con Washington son cada vez mayores. Al tuit del presidente Donald Trump en días pasados advirtiendo sobre la improcedencia de una ofensiva en Idlib, se sumó ayer la llamada de atención del nuevo embajador estadounidense en Siria sobre la posibilidad de un nuevo ataque químico. “Estoy seguro que tengo muy buenas bases para hacer estas advertencias”, dijo Jim Jeffrey, que describió a Idlib como un escenario muy peligroso.
Las advertencias del nuevo embajador estadounidense son un pequeño ejemplo de la complejidad de esta guerra que deja alrededor de 500.000 muertos y 11 millones de desplazados y refugiados, pero también de lo que puede ser una batalla en Idlib.
Días atrás Moscú y Teherán ya habían advertido de que estaban seguros de que los rebeldes y sus aliados realizarían un ataque químico en la región. “Estados Unidos responderá rápida y vigorosamente”, dijo Jeffrey, y aseguró que habían preguntado a Rusia, sin éxito, si podían operar en Idlib para eliminar los últimos bastiones del Estado Islámico como lo han hecho en el pasado.