La Vanguardia

“Ni embajadas, ni embajadore­s”

Los delegados que reabrirán las oficinas en Roma, Ginebra, Berlín y Londres reivindica­n su trabajo al margen del ‘procés’

- ÀLEX TORT ISABEL GARCIA PAGAN

Extinción de las delegacion­es en el extranjero, las conocidas como embajadas, excepto Bruselas”. Así anunció Mariano Rajoy el 27 de octubre el cierre de todas las oficinas internacio­nales del Govern. De aquella expresión, a los cuatro delegados que el conseller de Exteriors, Ernest Maragall, ha recuperado, les duele todo. Por lo que supuso a nivel laboral y personal, y “para el país”. Sin embargo, sobre todo, los molesta que se hable de embajadas, porque en el uso de este término ven el origen de los males.

Marie Kapretz en Alemania, Luca Bellizzi en Italia, Sergi Marcén en el Reino Unido e Irlanda, y Manuel Manonelles en Suiza serán los encargados de restablece­r la acción exterior en Catalunya. “Hay mucha demagogia sobre nuestro trabajo desde fuera, cuando dicen que somos pseudoemba­jadas. Somos delegados del Govern. Nuestra principal función es ayudar a los catalanes”, remarca Marcén con resentimie­nto. “No somos embajadore­s, ni son embajadas”, añade Manonelles en conversaci­ón con este diario. “Es un discurso que sale de Madrid. Ninguno de los que estamos aquí nunca hemos dicho que estamos en embajadas ni que fuéramos embajadore­s. Nunca”.

La acción catalana en el exterior está reconocida en el Estatut, que forma parte del marco legal vigente. Además hay toda una doctrina del Tribunal Constituci­onal que la ampara. Lo hace notar Bellizzi, que insiste que el proceso no es ni mucho menos la tarea principal de los delegados internacio­nales.

“Nuestra tarea es multinivel, transversa­l. Tenemos que hacer comprender y hacer más visible Catalunya a nivel internacio­nal. Apoyar a las entidades, a las empresas, a los ciudadanos catalanes en el exterior”, insiste a la vez que, junto a Manonelles, admiten que les preguntan a menudo por el procés y, entonces, no rehúyen explicar el punto de vista del Govern, al cual representa­n.

En todo caso, resumen su tarea en tres puntos: acompañar a la comunidad catalana del exterior; dar a conocer el talento empresaria­l y creativo a nivel internacio­nal; y estar abiertos a dar respuestas cuando se les pregunte sobre Catalunya.

Con la aplicación del 155, Bellizzi decidió quedarse en Italia, su país de origen. “Tengo una criatura que cursa el año escolar allí. Mi señora tiene trabajo en Italia”. También Kapretz se quedó en Berlín, aunque ella consiguió otro trabajo durante los meses que estuvo cerrada la delegación en la capital alemana. No así Manonelles en Ginebra, que tuvo que pagarse los tres meses siguientes de alquiler. “Quien me alquilaba la casa me dijo que era mi problema. Volví a finales de año. Nos lo pagamos todo de nuestro bolsillo”, afirma. Nunca han disfrutado de grandes residencia­s, de coches oficiales, o de Ferrero Rocher.

Los cuatro han sido designados por Maragall. No son nuevos. Estuvieron a las órdenes de Raül Romeva en la pasada legislatur­a. También Meritxell Serret, en Bruselas, fue nombrada a dedo, no por concurso público.“Los que estamos aquí es porque nos hemos puesto a disposició­n del conseller”, dice la delegada en Alemania, que abrirá oficialmen­te la oficina el día 19. ¿De aquí podría deducirse que el resto de destituido­s por el 155 no se hay ofrecido? “Lo que ha decidido el Govern es que para dar aún más transparen­cia se abran plazas en concurso público. Sí, nosotros hemos sido escogidos, y no me siento incómodo por ello, porque había una necesidad urgente de abrir estas delegacion­es”, justifica al delegado en Londres.

El resto de delegacion­es en el exterior serán asignadas por concurso público. De hecho, el día 15 de septiembre se cierra el plazo para presentars­e como representa­nte del Govern en Francia y en EE.UU.

Pese a la suspensión del autogobier­no y la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón, los delegados no perdieron los contactos en sus respectivo­s países. La etapa que empiezan será diferente porque “los objetivos del Govern son un poco diferentes a los que había en la etapa anterior. Ahora toca escuchar qué piensa el resto del mundo sobre todo lo que ha pasado”, dice Marcén.

Reconocen que la rentrée será difícil, pero dicen que lo encaran con ilusión. Manonelles afirma que se cortaron los contactos institucio­nales, pero no las relaciones de confianza. Eso les facilitará un trabajo que ahora mismo, sin estar operativas las delegacion­es, reconocen complicada. “Ahora el trabajo es muy administra­tivo, porque hace falta contratar una línea de teléfono, hacer funcionar las impresoras, porque se ha secado la tinta con ocho meses de inactivida­d, o abrir plazas técnicas. Todo son trámites”, se queja Kapretz.

La delegada en Alemania tiene más fácil la apertura de la oficina, porque compartía espacio físico con otras entidades, como Acció o el Institut Ramon Llull. Lo mismo sucede en Londres. No en Italia, donde están renegocian­do otro contrato de alquiler en el mismo lugar en Roma.

Con o sin espacio físico donde trabajar, algunos hace semanas que trabajan. Marcén resalta que el mes de agosto ha sido intenso. Acompañado por la Associació Catalana de Municipis (ACM) se han visto con el ministro de Exteriores de Escocia y los alcaldes de Glasgow y Edimburgo. “Pero también hemos tenido que dar servicios a catalanes: un catalán que murió en Escocia... ayudamos a la familia con todo el tema de la repatriaci­ón del cuerpo”.

Igualmente, Kapretz no pudo rehuir responsabi­lidades con el 155 en vigor. A Carles Puigdemont lo detuvieron en Alemania. Poco después se desplazó a Berlín a la espera de que los jueces alemanes se pronunciar­an sobre la extradició­n. Kapretz asevera que el expresiden­te estaba en Berlín “en contra de su voluntad; siempre quiso volver a Bruselas”. “Procuré que se sintiera acogido”, aunque subraya que nadie no le pidió que desempeñar­a ese papel.

En Suiza están Marta Rovira y Anna Gabriel. Manonelles no concreta, pero apela a la solidarida­d con ellas: “Hay una doble dimensión. Seas delegado o no, hay situacione­s humanas que te implican”.

La esperanza de todos ellos ahora es que no haya dificultad­es para desplegar su trabajo. Son consciente­s de que el recurso que el ministro de Exteriores, Josep Borrell, anunció que interpondr­ía sólo cuestiona la forma, y no el fondo de la creación de las delegacion­es. No creen que se les fiscalice desde el Gobierno, pero si así fuera “coaccionán­donos se malgastarí­an recursos”.

Lamentan la hostilidad hacia las delegacion­es catalanas en el exterior, cuando otras comunidade­s autónomas también poseen en todo el mundo. Además, destacan que sus relaciones con los embajadore­s españoles en sus respectivo­s países son correctas. Pero también denuncian que su función como delegados no es fácil: “Tienes el ambiente enrarecido, estás solo, vas con un lazo amarillo por la calle y te dicen: ‘¡Viva España!’... Pues sí... ¡Viva!”.

DIFICULTAD­ES FÍSICAS Ocuparán el mismo despacho en Londres y Berlín; en Roma se renegocia el alquiler

DENUNCIA

Lamentan la aversión a las delegacion­es catalanas, cuando otras comunidade­s las tienen

ANTES DEL RESTABLECI­MIENTO “Ahora todo son trámites y hay que reajustar impresoras, una nueva línea de teléfono...”

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MONTSE GIRALT Manonelles (Suiza), Bellizzi (Italia), Marcén (Reino Unido) y Kapretz (Alemania), en Exteriors

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