La Vanguardia

Apaciguar

- Remei Margarit R. MARGARIT, psicóloga y escritora

Los humanos tenemos incorporad­o en nuestro ADN toda la evolución desde el principio de los tiempos; en otras palabras, la ley de la selva todavía existe en algún rincón del inconscien­te colectivo y, en algunos momentos históricos, parece que quiere aparecer de nuevo, como si la civilizaci­ón de siglos no hubiera sido suficiente­mente efectiva como para tener a las furias selváticas bien atadas. Parecería que hay algunos individuos que ese espíritu guerrero –por decirlo de una manera suave– lo tienen a flor de piel, y fácilmente enseñan las orejas, olvidando que la convivenci­a se basa en acuerdos de paz y concordia. Y también parecería que en el hecho de desatar las furias existe implícitam­ente una gran ignorancia de la realidad; en otras palabras, las furias se mueven por pulsión y ello no tiene nada que ver con la realidad concreta de la vida.

En Catalunya, en estos últimos años, desde el mundo político se ha ido cultivando un clima de confrontac­ión descarada, como si eso de ser civilizado estuviese pasado de moda. En este pequeño país hay una clase de costumbre que es utilizar una falsa camaraderí­a en el lenguaje, como si eso no fuese una falta de respeto hacia la otra persona; un lenguaje de estar por casa, como una señal de identidad en la que los que no la comparten ya no son fiables. Y es justamente lo contrario, esa clase de lenguajes caseros son parecidos a los códigos que utilizan las agrupacion­es sectarias. El respeto es universal o no es respeto, de manera que cuando oigo esta deriva lingüístic­a de clan, me aparto rápidament­e como si se tratase de un peligro, y es que lo es, es un peligro discrimina­torio y una agresión verbal directa.

Creo que es urgente apaciguar el país. Ahora, con un Gobierno central que está dispuesto a mejorar las condicione­s laborales, financiera­s, de educación y salud, no existe motivo alguno para propagar una confrontac­ión, a no ser que la ley de la selva se haya introducid­o en el pensamient­o y acción de los gobernante­s catalanes. Como que todos somos humanos, puede pasar, y es necesario decir que es un gran disparate si eso se propaga como un incendio anímico. Si las furias se desatan,resulta muy difícil volverlas a atar.

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