La Vanguardia

La llave del desmayo

- Llucia Ramis Barcelona

La condición para tomar la última en casa de Anna Pérez era que me ayudaran a escribir esta crónica. Es tarde (o temprano, según se mire). Maiol Roger teclea lo que le dicto y Anna pregunta: ¿cuál es el elemento común de los actos literarios que has cubierto esta semana? Digo: la multitud de gente que había.

Es algo habitual en el XII Premio de Novela Policiaca, en la séptima planta de RBA. Justo antes de que Judit Mascó condujera la ceremonia, ha empezado a llover. Rápidament­e han cubierto los bafles de la terraza donde un grupo tocaba jazz, y todos se han cobijado en el interior. Jorge Herralde y Lali Gubern hablaban con Diana Hernández, que volvía de una feria del libro en Pekín. De Anagrama también he visto a las editoras Silvia Sesé e Isabel Obiols, las responsabl­es de prensa Teresa Slanzi y Margalida Amengual, y al nuevo director general, Román de Vicente. Acompañado de Xavier Juclà, Pere Vall ha traído su ejemplar de L’art de portar

gavardina, por si entre los asistentes se encontraba a Sergi Pàmies y podía pedirle que se lo firmara. Elisenda Roca recuerda cómo lloró con La màquina de fer pessigolle­s,de L’últim llibre de Sergi Pàmies, que

no es el último.

El galardonad­o ha sido Walter Mosley con Traición. Según Antonio Lozano, lleva un anillo de Ghana que tiene 200 años. En esta fiesta siempre se habla de cómo ha ido el verano. Ivan Rosquellas ha estado en Canadá y le impactó navegar en zodiac entre ballenas. Un señor comenta que no puede ser que los Comuns tengan un mes de vacaciones, y otro replica que los del Procés no nos dejan tener vacaciones nunca. Hace calor. Y pese a que tras la entrega del premio aún caen gotas, el presidente de RBA, Ricardo Rodrigo, sale a la terraza con Jordi Martí y Lucrecia, animando a todo el mundo a que haga lo mismo. La alcaldesa Ada Colau se queda hasta medianoche. También están Artur Mas, Xavier Trias, Joan Coscubiela, el abogado Cristóbal Martell, el director de La Vanguardia, Màrius Carol. El de El Mundo de Cataluña, Álex Sàlmon, les dice a Manuel Cruz y Javier Mulleras: “Con un tándem Valls-Collboni, esta ciudad sería... es la clave cosmopolit­a”. Todos le preguntan a Ferran Mascarell si será el nuevo alcalde.

Están Patrici Tixis, Daniel Ferna nández, Lluís Morral, Montse Serrano, Berta Bruna, Berta Noy, Najat El Hachmi, Lorenzo Silva, Albert Forns, Toni Hill, Jenn Díaz, Gemma Lienas, Luis Solano, Marina Espasa, Jordi Nopca, Núria Cots, Malcolm Otero, Miguel Aguilar, Joan Carles Girbés, Ricard Ruiz, Álex Hinojo, Núria Ribó, Rubén Mayoral, Darío de Albéniz, que suele ver esta terraza desde la decimoquin­ta planta de Mediapro, en el edificio de enfrente. Aquí Maiol comenta que si apunta más nombres, me quedaré sin espacio, y aún no he contado la anécdota de la noche. Resulta qye una mujer se ha desmayado. Mientras esperan al SEM, Mònica Artigas ha recordado un truco. Consiste en cerrar el puño de la persona desmayada, y hacer girar una llave dentro, como si el puño fuera una cerradura. Funciona. La mujer vuelve en sí.

Decíamos que el tema central de esta crónica es la multitud literaria. Y la cola para ver a Eduardo Mendoza en la Biblioteca Jaume Fuster, el miércoles, fue espectacul­ar. El auditorio se quedó pequeño. En el público estaban los escritores Juan Pablo Villalobos y Javier Pérez Andújar. En primera fila, Pere Gimferrer, la directora de Seix Barral, Ele- Ramírez, buena parte del Grupo Planeta y Gloria Gutiérrez, de la agencia Balcells. Miqui Otero hablaba con el autor de El rey recibe, una “ficción eufórica”, según dijo. Y de la conversaci­ón, memorable, recupero tres momentos. Hace años, Mendoza fue intérprete; por la mañana podía traducir una charla sobre la vacuna de la polio y, por la noche, otra sobre satélites. Así constataba que el mundo es raro y divertido. Nunca ha revelado (ni revelará) de qué hablaron Felipe González y Reagan. Segundo momento: cuando agradece a los funcionari­os que nos pausen la vida, porque sin ellos todo iría muy rápido. Y tres: “Dicen que el eslogan turístico Spain is different era de Cela; quizá por eso le dieron el Nobel”. La inauguraci­ón de una nueva librería es una muy buena noticia. Estoy dictando: “A l’Obaga feia calor...”. Y Anna dice: “Imagina’t a la solana!”. Empecemos de nuevo. Carol y Dioni Porta han abierto una librería en el 179 de la calle Girona. Se llama Obaga. Lo celebran con un montón de gente: Miquel Adam de Ara Llibres, Anna Guitart, que ha venido con Toni Vall y su hijo Simó, y que estrena sección con Jordi Ventura en Islàndia de Rac-1; Kiko Amat y Eugènia Broggi, que ya tienen ganas de que los niños empiecen la escuela; Míriam Cano, Roger Seró.

En Organyà la Fira del Llibre del Pirineu ha reunido editoriale­s como Sidillà, Fonoll, o Apostroph. Se ha organizado una Carrerada de Llibres; medio millar de personas leía, en fila, al mismo tiempo. Pere Lluís Font hizo la homilía religiosa. También estaban los antiguos homilietes literarios Vicenç Llorca y Albert Villaró, autor, por cierto de un libro titulado Obaga... “¿Cuántos espacios llevamos?”, pregunto. Y Maiol: “5.119”. Crónica hecha.

¿“El elemento común de los actos literarios que he cubierto esta semana? La multitud de gente que había”

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MONTSE GIRALT
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LLUCIA RAMIS
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ÀLEX GARCIA
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