La revolución recorre la calle en Tàrrega
La feria teatral vive una gran jornada con divertidos montajes itinerantes que ponen patas arriba el asilo y la oficina
Tras la excelente apertura del jueves con la poesía escénica y la pintura en vivo de La tortue de Gauguin, ayer volvió a vivirse una muy buena jornada en Tàrrega. Tanto por los espectáculos como por la afluencia de público. El segundo día de la 38.ª Fira de Teatre al Carrer presentó un ramillete de buenas propuestas, muchas de las cuáles conquistaron al público mientras lo arrastraban por las calles en felices espectáculos itinerantes. Entre esos movidos montajes destacaron clarísimamente dos. Dos espectáculos de dos compañías extranjeras, los polacos Teatr KTO y los franceses Adhok, que presentaron pequeñas –o grandes– revoluciones a partir de nuestra vida cotidiana, en lugares de vida en común: la oficina y la residencia de ancianos. Y que hicieron reír a un público que se entregó desde el primer segundo a su juego, con oficinistas hastiados y abuelos revolucionarios que acaban imitando el famoso cuadro de Delacroix La libertad guiando al pueblo con una jubilada enseñando un pecho subida a una escalera de mano con una bandera. Fue el delirio.
Los dos montajes, que se volverán a ver hoy y mañana en las calles de Tàrrega, son el polaco Peregrinus y el francés Issue de secours (salida de emergencia). En el primero –los dos comienzan su recorrido en la plaza del Carme– el público vive en directo por las calles la jornada laboral de unos oficinistas grises, de una persona cualquiera, desde que se levanta hasta que se acuesta. Unos oficinistas trajeados pero, eso sí, convertidos todos y todas en cabezudos gracias a enormes máscaras de señor mayor calvo y melancólico, hastiado de casi todo. Como ellos, que a veces parecen zombis. La caja metálica que arrastra cada uno acaba convirtiéndose en la mesa de trabajo donde estampar sellos o mecanografiar rutinariamente. O en el espacio de enfrentamientos laborales, de acoso. De repente se mueven al ritmo de Quizás, quizás, quizás –“Así pasan los días y yo desesperado...”– y al final, claro, se sueltan la melena y explotan en una fiesta que amenaza con un fullmonty. Aunque luego vuelvan a su vida.
Los que no vuelven a ella y se revolucionan al completo son los jubilados –los siete actores tienen más de sesenta años– de Issue de secours, de los franceses Adhok. Comienza con unos ancianos portando como fantasmas las bandejas de comida de la residencia y que poco a poco comienzan a liberarse. Primero a venderse al público, a explicarle sus habilidades y virtudes, desde una abuela que da su notable talla de sujetador a otra que explica que habla perfectamente inglés –es inglesa–, a otro que puede trabajar sin contrato, otra que tiene “las gafas y dentadura recién puestas” u otra que sabe “escuchar las gilipolleces de la gente”. No sólo hay risas, más tarde en off aparecerán sus miedos –“a lo que pueda venir”– y reflexiones: “Antes pensaba que los adultos lo tenían todo, ahora creo que los niños saben lo esencial”. Y por fin llega la revolución, bandejas rodando por el suelo incluidas. Y fabulosa escena final de escapada motorizada en grupo.
Sin salir de revoluciones y de libertad, más que recomendable
Les impuxibles mezclan con acierto energía y simbolismo en ‘Painball’, un grito por la libertad
también el nuevo trabajo de Les impuxibles, Painball, que propone un trabajo con energía pero también contemplación y momentos de gran belleza plástica y simbolismo en la plaza Major. La escenografía consiste en un piano que Clara Peya toca hasta con una pelota de tenis y que está rodeado de una estructura de jaulas metálicas con más pelotas de tenis dentro. Jaulas y liberación discurrirán por el espectáculo literal y metafóricamente. Como se arranca a cantar Peya boca abajo en uno de los momentos más potentes, “esta niña no se calla”.
También lograron una muy buena acogida ayer la testosterona de los ingleses Chameleon en Of man and beast, danza de calle que retrata el que podría ser el camino de ascenso de un líder de pandilla, venciendo y sometiendo a los demás, convirtiéndolos en sus perros, y el camino inverso, de humanización, de acercamiento de la cabeza a otro hombro. Se volverá a ver hoy y mañana, como también Sin Ítaca ,un recorrido circular y repetido –como lo que sucede allí– por los desaparecidos y los apátridas de México a través de actores y maquetas en las salas del Museu Comarcal.