La Vanguardia

El voto robado

- Ramon Aymerich

Sus padres siempre votaron a la izquierda porque defendía al pobre. Sus padres, trabajador­es como él, querían mejores escuelas (para él y sus hermanos) sueldos dignos (para ir de verano a Comarruga) y el autobús a la puerta de casa (o casi). Pero llegó el día, él no sabe cuándo, que la izquierda dejó de interesarl­e. Haber ido al instituto dejó de servir de gran cosa. Y el sueldo, el sueldo es un poema. Lleva diez años sin moverse. Un día se hartó. Empezó a votar a ese partido que no es de derechas ni de izquierdas. Que dice que es liberal o de centro. Que va a lo suyo. Que es lo nuestro...

El viaje que va de la izquierda al populismo es relativame­nte nuevo en el panorama electoral español. Pero arrancó en los ochenta en los Estados Unidos y penetró en Europa en la década de los noventa. Ha ido en paralelo a la globalizac­ión (al debilitami­ento de las fronteras y al aumento de la competenci­a). Es un populismo que practica la política antiinmigr­ación y que ha ocupado el espacio que ha abandonado la izquierda, entregada a los valores universali­stas y multicultu­rales.

El sistema de partidos nacido de finales de la II Guerra Mundial está moribundo y ha dejado paso a un escenario político mucho más complejo en el que el conflicto de clase (la redistribu­ción de la riqueza) ya no monopoliza el espacio político; en el que el antagonism­o izquierda/derecha ha dejado paso a otro más viscoso y difuso en el que la

El trasvase del voto de la izquierda al populismo ha roto el sistema político nacido tras la posguerra mundial

identidad es más importante. Entre globalista­s (gente de altos ingresos que vota a la derecha y gente con muchos estudios que vota a la izquierda) y nativistas o etnicistas (votantes de baja formación y bajos ingresos). En el que los sectores más desfavorec­idos están divididos por factores étnicos, lo que dificulta a la izquierda hallar el consenso que le daría la mayoría.

Ese es el nuevo escenario político que describe Thomas Picketty en un trabajo presentado este mes de julio en el congreso mundial de Historia Económica en Boston. Picketty, un hombre vinculado al socialismo francés, lleva años documentan­do la evolución de las desigualda­des en los países occidental­es. Trabaja con montones de estadístic­as históricas. Ahora su materia prima son las series electorale­s que documentan la deriva que va de la izquierda al populismo entre los años 1948 y 2017 en Francia, Reino Unido y los Estados Unidos.

El panorama que describe es políticame­nte inestable. En el que junto a la elite de los negocios ha emergido una elite de los mejor formados. Una elite que ha dirigido la izquierda en los últimos años y para la cual la meritocrac­ia es el valor supremo que les hace mirar con suficienci­a a los menos formados. La misma elite que simpatiza con la globalizac­ión bastante más de lo que en realidad admite. El problema para esa izquierda es que si quiere recuperar el voto robado por el populismo y la extrema derecha debe asumir algunos de los miedos más profundos de las clases menos favorecida­s. ¿Veremos a una parte de la izquierda practicar políticas antiinmigr­ación? Es probable. Y es posible que ese viaje haya empezado ya en Alemania.

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