El voto robado
Sus padres siempre votaron a la izquierda porque defendía al pobre. Sus padres, trabajadores como él, querían mejores escuelas (para él y sus hermanos) sueldos dignos (para ir de verano a Comarruga) y el autobús a la puerta de casa (o casi). Pero llegó el día, él no sabe cuándo, que la izquierda dejó de interesarle. Haber ido al instituto dejó de servir de gran cosa. Y el sueldo, el sueldo es un poema. Lleva diez años sin moverse. Un día se hartó. Empezó a votar a ese partido que no es de derechas ni de izquierdas. Que dice que es liberal o de centro. Que va a lo suyo. Que es lo nuestro...
El viaje que va de la izquierda al populismo es relativamente nuevo en el panorama electoral español. Pero arrancó en los ochenta en los Estados Unidos y penetró en Europa en la década de los noventa. Ha ido en paralelo a la globalización (al debilitamiento de las fronteras y al aumento de la competencia). Es un populismo que practica la política antiinmigración y que ha ocupado el espacio que ha abandonado la izquierda, entregada a los valores universalistas y multiculturales.
El sistema de partidos nacido de finales de la II Guerra Mundial está moribundo y ha dejado paso a un escenario político mucho más complejo en el que el conflicto de clase (la redistribución de la riqueza) ya no monopoliza el espacio político; en el que el antagonismo izquierda/derecha ha dejado paso a otro más viscoso y difuso en el que la
El trasvase del voto de la izquierda al populismo ha roto el sistema político nacido tras la posguerra mundial
identidad es más importante. Entre globalistas (gente de altos ingresos que vota a la derecha y gente con muchos estudios que vota a la izquierda) y nativistas o etnicistas (votantes de baja formación y bajos ingresos). En el que los sectores más desfavorecidos están divididos por factores étnicos, lo que dificulta a la izquierda hallar el consenso que le daría la mayoría.
Ese es el nuevo escenario político que describe Thomas Picketty en un trabajo presentado este mes de julio en el congreso mundial de Historia Económica en Boston. Picketty, un hombre vinculado al socialismo francés, lleva años documentando la evolución de las desigualdades en los países occidentales. Trabaja con montones de estadísticas históricas. Ahora su materia prima son las series electorales que documentan la deriva que va de la izquierda al populismo entre los años 1948 y 2017 en Francia, Reino Unido y los Estados Unidos.
El panorama que describe es políticamente inestable. En el que junto a la elite de los negocios ha emergido una elite de los mejor formados. Una elite que ha dirigido la izquierda en los últimos años y para la cual la meritocracia es el valor supremo que les hace mirar con suficiencia a los menos formados. La misma elite que simpatiza con la globalización bastante más de lo que en realidad admite. El problema para esa izquierda es que si quiere recuperar el voto robado por el populismo y la extrema derecha debe asumir algunos de los miedos más profundos de las clases menos favorecidas. ¿Veremos a una parte de la izquierda practicar políticas antiinmigración? Es probable. Y es posible que ese viaje haya empezado ya en Alemania.