La Vanguardia

El viaje vital

- Flavia Company

Flavia Company encuentra en la forma de encarar los viajes vacacional­es un referente acerca de la manera en que las personas toman las decisiones que marcan su vida. “Basta que alguien comente que ha decidido dar un paso en uno de esos terrenos para que cualquiera que esté cerca y ya lo haya dado lo anime o lo disuada con la misma vehemencia con que se acusa a alguien de ser un descerebra­do por llegarse hasta Perú y no visitar Cuzco”.

Es habitual que, cuando se comenta el lugar al que se ha decidido viajar, aparezcan conocidos que aprovechan la ocasión para decir que ya han estado allí y qué cosas no debería perderse quien está a punto de emprender la aventura. Esos consejos, no obstante, no siempre se escuchan. A veces la respuesta es la sumisión, a veces la desobedien­cia.

Quizás deberíamos distinguir entonces entre dos maneras principale­s de recorrer el mundo que nos es ajeno. Por un lado, la que supone trazar el camino según las cosas que deben visitarse. En este grupo se tendrían en cuenta las apreciacio­nes de quienes viajaron antes. No sólo de los conocidos o amigos sino de guías, páginas web o agencias. Por otro lado, la que diseña el camino a medida que se avanza, muchas veces por azar, y por lo tanto se encuentra no con aquello que debe ser visto sino con aquello que hay. Sea lo que fuere.

Fíjense que lo mismo ocurre con la vida. Piensen en temas digamos importante­s para la mayoría, como por ejemplo comprarse una casa, cambiar de trabajo, tener un hijo, o casarse. Basta que alguien comente que ha decidido dar un paso en uno de esos terrenos para que cualquiera que esté cerca y ya lo haya dado lo anime o lo disuada con la misma vehemencia con que se acusa a alguien de ser un descerebra­do por llegarse hasta Perú y no visitar Cuzco o por ir a la Argentina y no pisar las cataratas del Iguazú.

Y tanto en los viajes como en las vidas, resultan poco populares las opciones que no se parecen a las de los demás, que no se experiment­aron antes. Y así es como nos condiciona­mos los unos a los otros sin parar. “Te tiene que interesar lo mismo que me interesa a mí, que nos interesa a todos. Si no vas a tal lugar es como si no hubieses viajado a ese país. Si no haces esto que te digo, te pierdes lo mejor de la vida, peor aun, es como si no hubieras vivido”.

La cuestión es que tanto en los viajes como en la vida hay quien quiere saber a dónde va antes de moverse, es decir, que elige lugares conocidos para dar un paso, y hay quien quiere ir yendo, es decir, que acaba por conocer los lugares a los que llega gracias a los pasos dados. Los primeros recorren un trayecto. Los segundos lo trazan. Los primeros conocen lo que ven. Los segundos conocen lo que miran.

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