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La evaluación de los primeros cien días de gobierno de Pedro Sánchez, y el resultado de las elecciones en Suecia.
LOS cien primeros días de Pedro Sánchez al frente del Gobierno, debido a la escasa fuerza parlamentaria que le dan los 84 escaños socialistas, definen una tarea cargada de grandes dificultades y de incertidumbres. Así ha sido hasta ahora, desde el día en que tomó posesión del cargo, el pasado 2 de junio, y así se prevé que sea en el futuro. En ese difícil escenario ha habido errores pero el balance, hasta este momento, ha sido más positivo de lo que inicialmente cabía esperar.
Lo que se ha evidenciado claramente en estos cien días es el cambio ideológico hacia la izquierda, cuyos efectos apenas empiezan a notarse, y que puede consolidarse a medida que avancen las negociaciones con Podemos recién iniciadas y que tendrán probablemente sus primeras plasmaciones en los presupuestos generales del Estado para 2019. Pedro Sánchez necesitará negociar también los apoyos de ERC, PDECat, PNV, EH Bildu, Compromís y Nueva Canarias, lo que comporta unos intrincados equilibrios que hacen muy difícil que puedan salir adelante. Estos grupos, los que le llevaron al poder, ya no le apoyaron para aprobar el techo de gasto y la senda de estabilidad.
De la aprobación de estos presupuestos, que habrá de encajar con las exigencias de ajuste del déficit público que plantea la UE, dependerá el recorrido que pueda tener este Gobierno: si puede agotar los dos años de legislatura que tiene por delante o si, por el contrario, se ve obligado a convocar elecciones anticipadas. Pero ante esta eventualidad, en sus primeros cien días de gobierno, Pedro Sánchez ha conseguido ganarse la confianza de los ciudadanos y colocar al PSOE como la fuerza política que tendría más opciones de victoria en unos eventuales comicios.
Sorprendió Pedro Sánchez con la rapidez con la que formó un gobierno solvente, formado en su mayoría por mujeres, que no ha podido evitar algunos errores, rectificaciones y patinazos, y con la que también superó la crisis provocada por la dimisión de su ministro de Cultura, Màxim Huerta, a causa de sus problemas con el fisco.
Las acciones en política exterior de Pedro Sánchez han revalorizado el papel de España en la UE y le ha dado un mayor liderazgo, especialmente en la defensa de los derechos humanos en la política migratoria. Ha restituido la sanidad universal y ha puesto en marcha hasta quince iniciativas, aunque algunas de muy difícil aprobación parlamentaria. La decisión de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos supondrá la cancelación definitiva, a efectos simbólicos, del franquismo.
El nuevo clima de diálogo abierto desde el Gobierno central con Catalunya, acompañado de algunos gestos clave, y la reactivación de la comisión bilateral Estado-Generalitat, ha roto la parálisis existente durante el anterior gobierno popular y supone un avance hacia eventuales soluciones negociadas dentro de la Constitución, como sería un nuevo Estatut d’Autonomia. Pero las distancias entre esta oferta y los postulados independentistas del president Quim Torra complican mucho el diálogo iniciado.
El peor dato en estos cien días ha sido el gran aumento del paro en agosto, que parece confirmar la senda de enfriamiento en que habría entrado la economía. En ese marco la generación de incertidumbres, como ha hecho el Gobierno con sus confusos anuncios de subidas de impuestos, no favorece el clima de confianza necesario para las inversiones y el empleo. En cualquier caso el principal reto que tiene el Gobierno, después de sus primeros cien días, está en acertar en el diagnóstico y tratamiento del momento económico actual y , asimismo, en evitar medidas que puedan agravar la desaceleración que parece haberse iniciado.