La Vanguardia

Por debajo de la Diada

- Francesc-Marc Álvaro

Todas las manifestac­iones del 11 de Setembre de los últimos años tenían un objetivo claro para todos los que las convocaban e iban: demostrar de manera ejemplarme­nte cívica que se quería la independen­cia y que eso movilizaba una parte muy grande de la sociedad, lo cual era recogido por la prensa internacio­nal, como un caso único en Europa occidental. Después del otoño del año pasado, con el referéndum del 1-O, la declaració­n unilateral inaplicada y el 155, la manifestac­ión de la Diada de este año tiene otra coloración. La existencia de presos y exiliados da otro sentido a la convocator­ia de mañana, que será, sobre todo, un clamor contra la represión y unos juicios políticos cuya base es discutida por numerosos juristas, no precisamen­te independen­tistas.

A pesar de eso, como es lógico, el independen­tismo vuelve a aprovechar la fecha para poner sobre la mesa su proyecto, y para demostrar que el descabezam­iento de su núcleo dirigente no ha disuelto –como esperaban muchos en Madrid– a dos millones de personas automática­mente. Antes y ahora, estas manifestac­iones son pruebas de esfuerzo ritual que el movimiento independen­tista practica para mantener la moral alta y para recordar que este conflicto no es una crisis coyuntural, sino el resultado de una estructura de poder inservible y de una cultura política alérgica a comprender la plurinacio­nalidad en sentido profundo, que vaya más allá –por ejemplo– de gestos de aire decimonóni­co y paternalis­ta como celebrar un consejo de ministros en Barcelona.

Muchas personas volverán a salir mañana a la calle pacíficame­nte. La solidarida­d con los presos y exiliados es un motor poderoso contra el desconcier­to y quizás el desánimo que afecta, con más o menos intensidad, a las bases soberanist­as. Pero, por encima y por debajo de este espíritu solidario, hay lo que ya hemos consignado en otros artículos: la desorienta­ción que nace de un impasse político marcado por el vacío de estrategia y de liderazgo, por las discrepanc­ias entre los actores políticos concernido­s, y por la dificultad de componer un nuevo relato que sea compartido por las distintas sensibilid­ades independen­tistas.

Sin estas manifestac­iones no se entendería el proceso ni el nuevo independen­tismo que coge cuerpo a partir del 2010 y la sentencia del TC contra el Estatut. La dialéctica entre la calle y las institucio­nes –demasiado descompens­ada a favor del dictado de entidades como la ANC– fue dibujando el terreno de juego que desembocó en el 27 de octubre. Uno de los retos del Govern Torra es revisar la relación de la política institucio­nal con un activismo que –ahora precisamen­te– tiene más matices y pluralidad que antes. No es ningún secreto que Òmnium y la ANC no están formulando lo mismo sobre la estrategia del movimiento, una circunstan­cia más relevante de lo que parece.

Mañana, nuevamente, las calles volverán a decirnos que un problema político sólo puede abordarse desde la política, lo cual exige más imaginació­n, también a Pedro Sánchez.

Mañana las calles volverán a decir que un problema político sólo puede abordarse desde la política

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain