La Vanguardia

Sonido directo: Juli Vallmitjan­a

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Juli Vallmitjan­a vuelve a las librerías con su primera novela: De la ciutat vella (Edicions de 1984). Y cuando digo primera, me refiero a un libro que publicó hace más de cien años, en 1907, en el que retrata una Barcelona desapareci­da en todos los sentidos de la palabra. Nos habla de la ciudad vieja, de los barrios donde vive la gente más pobre. En esta ocasión, a diferencia de los habituales gitanos que aparecen en algunos de sus libros y que vivían en las afueras de la ciudad, los protagonis­tas viven en la riera de Sant Joan, en la calle del Infern o en la del Bon Déu.

El editor de la novela es el poeta Enric Casasses, que de muy joven descubrió la obra de Vallmitjan­a y quedó fascinado. Cuenta que era un autor de éxito: “En 1912 tenía dos obras de teatro en cartel, y vendía muchas novelas”. De hecho, todo el teatro del autor barcelonés ya ha sido publicado por la misma editorial en dos volúmenes, pero Casasses se queja de que el montaje que llevó a cabo el Teatre Nacional (El casament d’en Terregada) tomaba trozos de varias obras y acabó siendo un despropósi­to. “Parece que no les guste el teatro”, sentencia.

Sobre De la ciutat vella, el curador apunta que a veces parece que al autor no le importe tanto la historia como los episodios que cuenta. La parte del narrador “se ve influida por el castellano –como no podía ser de otro modo en la época–, pero cuando hablan los personajes, la cosa se dispara”. Porque Vallmitjan­a funcionaba como una grabadora. Aguzaba el oído y reproducía aquellas hablas por escrito con el objetivo de retratar los ambientes de modo fidedigno. Gracias a ello, hoy podemos disfrutar de aquel catalán impuro, pero genuino: los xistos ,la xacolateri­a ,la professó... El editor sólo ha actualizad­o la ortografía, nada más, para que el sonido que grabó Vallmitjan­a llegue con nitidez al lector actual. Una remasteriz­ación en toda regla.

Como Vallmitjan­a fue pintor antes que escritor, en la novela también satiriza a los dos personajes más populares de la cultura de la época: Santiago Rusiñol se convierte en el Pardal o el Xistós, y Ramon Casas es el Barraca o el Noi de Casa Rica.

Con respecto a las calles que se mencionan en el primer párrafo, no pierda el tiempo el lector buscándola­s en la guía urbana. Desapareci­eron con la construcci­ón de la Via Laietana, entre 1908 y 1913. La portada del libro reproduce una fotografía justamente de la riera de Sant Joan, que la editorial obtuvo del archivo del Centre Excursioni­sta de Catalunya. Juli Vallmitjan­a nos lega el retrato de una Barcelona desapareci­da en todos los sentidos.

‘De la ciutat vella’ retrata una Barcelona desapareci­da en todos los sentidos de la palabra

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