Mendigos, indigentes, funambulistas…
El espacio público es también el escenario en el que muchos tratan de ganarse de vida. En la plaza de la Gardunya, detrás de la Boqueria, tal y como aparece en la fotografía, se concentran cada vez más turistas que buscan un rayo de sol para comerse a gusto la comida preparada que compraron en el mercado. Tras ellos acuden a la plaza numerosas personas muy vulnerables a pedirles unas monedas. La escena ilustra como unas actividades generan otras. Los datos que recabe la gran auditoría pueden emplearse para diseñar medidas contra el incivismo, para mejorar la seguridad y también para afinar las políticas sociales.
Y es que el Ayuntamiento también quiere cuantificar la presencia de mendigos, de personas que emplean a menores de edad para pedir limosna, de personas que escarban en los contenedores de desperdicios y en las papeleras en busca de cualquier cosa que puedan aprovechar, ya sea de un modo directo o vendiéndola en las proximidades de los Encants, en el mercadillo de la miseria. La gran auditoría pretende ser tan exhaustiva que incluso quiere diferenciar entre las personas que se quedan lo que encuentran y aquellas que lo venden. El criterio para identificarlos, sin embargo, es un tanto peregrino. Se supone que los primeros son autóctonos de edad avanzada, y que los segundos acostumbran a ser extranjeros más jóvenes. Los inspectores también contarán a los músicos que tocan en la calle, los limpiacristales que se apostan en los semáforos, incluso a los funambulistas.