La Vanguardia

Los acusados cargaron entre los dos el cadáver en el coche

La magistrada rechaza dejar en libertad al agente Albert López al considerar que tuvo una participac­ión activa en el homicidio junto a Rosa Peral

- TONI MUÑOZ

Mataron al agente de la Guardia Urbana Pedro Rodríguez, cargaron su cadáver en el coche y al día siguiente lo condujeron al pantano de Foix y le prendieron fuego. Y todo fue obra de los dos acusados. Un crimen a cuatro manos en el que los dos implicados tienen el mismo grado de participac­ión. Esta es la tesis que mantiene la juez que investiga el crimen de la Guardia Urbana y que ha dejado plasmado en un auto que arroja sorprenden­tes e inéditas conclusion­es de una investigac­ión que se prolonga desde hace más de un año y medio. Recordemos que en el caso hay dos acusados, también agentes de la Guardia Urbana: Rosa Peral – novia del fallecido– y Albert López –exnovio de Rosa con quien presuntame­nte había retomado la relación–. El relato inculpator­io sostiene que ambos querían estar juntos y por eso acabaron con la vida de Pedro Rodríguez. Le mataron y luego se deshiciero­n del cadáver metiéndolo en el maletero de su coche y prendiéndo­le fuego en una pista forestal apartada junto al pantano de Foix. El fuego arrasó con todas las pruebas y la investigac­ión no ha podido determinar cómo le mataron. Por eso, los dos acusados se culpan mutuamente. El acusado Albert López creyó ver en la carestía de pruebas directas un camino exculpator­io hacia la libertad. A principios de agosto, solicitó salir de la cárcel –en la que lleva recluso un año y medio– al considerar que se ha acreditado que la otra acusada, Rosa Peral, es la única responsabl­e del crimen. Dijo que él se limitó a ayudarla a quemar el cuerpo, compró gasolina y la acompañó al pantano sin saber que iba a quemar el cuerpo. Se lo miró de lejos. Nada más.

Estos argumentos no convencier­on a la juez que le denegó la libertad y dictó un auto en el que señala a ambos como autores del crimen. Recuerda que se encontró sangre de la víctima en la bombilla de una habitación y algunas salpicadur­as en la pared, pero que eran demasiado

el crimen. pocas para un crimen. Y más, si se tiene en cuenta que la juez sospecha que después de matar a Pedro, lo descuartiz­aron con una motosierra puesto que un vecino oyó el ruido. Los acusados presuntame­nte ocultaron la sangre que se había esparcido por aquella habitación pintando la pared y deshaciénd­ose de un sofá que había quedado manchado de sangre. La juez cree que si había tanta sangre como para que tuvieran que pintar encima, lo mismo ocurriría a la hora de cargar el cadáver en el coche que luego quemarían en el pantano.

Si el crimen hubiera sido perpetrado por Rosa, como sostiene el otro acusado, hubiera tenido que arrastrar el cuerpo por el suelo y ahí no se encontró ningún rastro. Así que concluye que “el cuerpo fue trasladado en volandas”, o sea, cargado entre dos personas. Rosa y Albert, los dos acusados.

Esta entendible deducción nunca antes había sido puesta de relieve por los investigad­ores. Los dos acusados, por el contrario, han negado reiteradam­ente estar en el lugar del crimen. Rosa dijo que esa noche estaba con su novio Pedro cuando de pronto irrumpió Albert en la casa, la obligó a irse al piso de arriba y al bajar tras unas horas ya no vio ni rastro de su novio. Lo único que vio fue el coche en el jardín donde ya había cargado el cadáver. A pesar de ser policía nunca dijo nada a nadie porque dijo que se sentía amenazada. En cambio, Albert asegura que cuando llegó a casa donde vivían Rosa y la víctima, el cuerpo ya estaba cargado en el coche. Pero hay un hecho que despierta las suspicacia­s de la juez: el acusado Albert dijo que entró en el domicilio donde se cometió el crimen saltando la valla. Aquella entrada tan sigilosa despierta suspicacia­s. La juez sospecha que si quiso entrar en la casa sin hacer ruido debía ser porque Pedro no estaba muerto y por tanto, cuando lo mataron debían estar los dos.

La juez concluye que López tuvo una participac­ión activa en el crimen y no puede quedar en libertad. La instrucció­n se cerrará en las próximas semanas y la juez enviará a juicio a los dos acusados.

La instructor­a cree que Rosa Peral y Albert López tuvieron que llevar el cuerpo juntos puesto que no había sangre en el suelo

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LLIBERT TEIXIDÓ El crimen se ejecutó en esta casa de Vilanova i la Geltrú

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