La Vanguardia

Instrument­os imposibles

- Daniel Fernández

Con permiso de los Monty Python y los hermanos Marx, Les Luthiers deben ser mi grupo de humoristas favorito. Aunque, como previsible­mente ustedes ya sabrán, no son sólo unos cómicos, pues combinan el humor con su buen hacer musical, incluyendo una notable habilidad para construir instrument­os imposibles de todo tipo. Al fin y al cabo, este grupo argentino son luthiers, o lo que es lo mismo, artesanos constructo­res de instrument­os musicales. Sus orígenes se remontan a un conjunto vocal de ámbito universita­rio, I Musicisti, pero tan pronto como en 1967 Les Luthiers ya estaban en marcha en Buenos Aires, con Gerardo Masana como principal impulsor. Fueron primero un septeto, luego un sexteto y, desde 1973, cuando falleció Masana, un quinteto que ha sido su formación más prolongada y célebre. Marcos Mundstock, el calvo pelirrojo de voz poderosa que es el relator principal , los dos Carlos, López Puccio y Núñez Cortés, Jorge Maronna, siempre contenido, y el gran Daniel Rabinovich, que murió en el 2015 y que era un personaje en perpetuo estado de calentura amorosa. En la vida real y al margen de los escenarios, por cierto, era escribano público. Y no me imagino lo que debía suponer ir al

Les propongo imaginar el instrument­o perfecto para amenizar la ocupación festiva de la Diagonal mañana

notario a, pongamos, firmar tu testamento, y encontrárt­elo a él. España les concedió a los cinco la nacionalid­ad por carta de naturaleza, a título excepciona­l, con lo que bien podemos decir que son hispanoarg­entinos, además de muy apreciados por estos pagos, como prueba que en el 2017 se llevaran el premio Princesa de Asturias de comunicaci­ón y humanidade­s.

Entre sus hallazgos figura la invención de un compositor, Johann Sebastian Mastropier­o, que ha dado para algunos de sus mejores números. Gracias a Mastropier­o, que estuvo investigan­do en la biblioteca “de la opulenta marquesa de Quintanill­a, cuyos volúmenes le apasionaba­n” (a Mastropier­o, se entiende), hemos podido disfrutar la “Cantata del Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierra de Indias, de los singulares acontecimi­entos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvi­ó”. Este Adelantado, tocado con su morrión de conquistad­or, avanza por el continente americano de derrota en derrota y de chasco en chasco pese a su empeño en sostenella y no enmendalla. Su frase icónica es “¡Mi honra está en juego y de aquí no me muevo!”, para acabar moviéndose y huyendo a otra parte, claro. Es una de las ocasiones, hay varias, con imitación de acento incluida, en las que Les Luthiers se burlan del supuesto carácter hosco y determinad­o español. Pueden repasar el sketch en cualquiera de las plataforma­s, etcétera.

En cualquier caso, para hoy, víspera de la Diada, me gustaría proponerle­s un ejercicio simple: imaginar el instrument­o perfecto para amenizar la ocupación festiva de la Diagonal mañana. ¿Gralla electrónic­a reivindica­tiva desafinant­e? ¿Timbal del Bruc destemplad­o? Porque si algo necesitamo­s son instrument­os... O luthiers.

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