La transformación estatal
La digitización es la conversión de información analógica a digital, la representación de señales en una serie de números. La digitalización en cambio, es la utilización de tecnologías digitales en procesos analógicos existentes. El correo electrónico es la digitalización del correo postal y la app del banco es la digitalización de la ventanilla.
La transformación digital es otra cosa; tiene más que ver con el cambio de maneras de hacer y de ser, que con ceros y unos. La transformación –ahora digital, pero en su momento eléctrica o del vapor– es repensar modelos de negocio, económicos, sociales y de valores con la tecnología disponible. Digitalización es preguntarse: “¿Qué podemos mejorar con la ayuda de las tecnologías digitales?”; transformación digital es: “¿Qué podemos crear con las tecnologías digitales?”.
No es trivial. La evolución exponencial de la tecnología nos obliga a pensar cómo seremos mañana... con la tecnología de mañana. Con la IA, el Blockchain , el Big Data, la computación cuántica, la fabricación aditiva o el 5G estamos donde estábamos a principios de los noventa con la web, que debía llevarnos el periódico a casa y ha terminado por cambiar la sociedad. Tendemos a sobrevalorar el impacto de la tecnología a corto plazo y a infravalorarlo a largo.
Empresas, organizaciones y administraciones se han digitizado, digitalizado y algunas se han transformado con éxito. En cambio las estructuras de gobernanza y los estados son refractarios a los procesos de transformación digital. Que Facebook tenga más ‘habitantes’ que China y que la potente aplicación WeChat sea el DNI chino de facto debería hacernos reflexionar sobre el desfase existente entre los estados y las sociedades a las que sirven.
El único caso que conozco de transformación digital de un estado es el de Estonia. Sus ciudadanos disfrutan de ciudadanía digital en la nube donde pueden registrar propiedades, votar electrónicamente o gestionar su historial médico. Todo ello sin DNI, con tecnología digital desarrollada y patentada en Estonia. Estonia es también el país con más startups per cápita del mundo y el único país que garantiza una ciudadanía digital a cualquier persona jurídica extranjera con sólo rellenar un formulario web; ser ciudadano digital estonio da acceso a los mismos servicios empresariales, financieros y jurídicos que disfruta un nacional.
Nos toca afrontar en la transformación digital de los Estados, si no lo hacemos Google, Facebook, Amazon y WeChat lo harán por nosotros. La pregunta que nos debemos hacer es: “¿Cómo queremos que sea un estado del XXI?”. Pensemos en ello mañana cuando salgamos a celebrar la Diada.
Si no transformamos el Estado digitalmente, Silicon Valley lo va a hacer por nosotros