El Montsant, apuesta vital
Josep Grau abandonó la carrera de asesor financiero para impulsar una bodega en Marçà
La aventura vinícola del Josep Grau (1965), antiguo asesor financiero de banca privada, empezó en el 2003 en el pueblo de Capçanes elaborando un vino de escasísima producción: sólo 300 botellas (una única bota y de segunda mano). Actualmente ya elabora 150.000 botellas y ya no tiene botas; tiene, sin embargo, 15 foudres de 2.000 y 2.500 litros y 8 depósitos de cemento de 17.700 litros cada uno. Lo hace desde una bodega alquilada, con opción de compra, en Marçà. Sus inicios “son de precariedad en recursos y de una idea de hacer vinos muy próxima a la tierra”. De hecho, cuando empezó en Capçanes no tenía ni agua, ni luz, ni frío para elaborar los vinos de pequeñas producciones y de la mínima intervención. Grau dice que Capçanes es un lugar privilegiado y que le devuelve “la energía de los primeros días”. Su objetivo principal, desde el inicio, es que los vinos “reflejen absolutamente la zona del Montsant y la añada, con complejidad y personalidad, con estructura y buen equilibrio”.
La bodega cerró el último ejercicio, después de crecer con dos dígitos durante el 2017, con una facturación de 429.000 euros y este año espera doblar esta cifra de ventas gracias, principalmente, a la salida al mercado de 5 nuevos vinos de parcelas concretas y de pequeñas producciones “marcadas por la artesanía, la libertad y la intuición”. Los vinos forman parte de una aventura enológica más intuitiva, libre y experimentada que la desarrollada durante las últimas 15 vendimias en Marçà. Ahora ya suma 13 referencias al mercado. Josep Grau dice alejarse mucho del arquetipo de rico que ha invertido en el mundo del vino porque está de moda. Exporta un 65% de su producción, principalmente a Japón, Suecia y Dinamarca. El resto lo vende en Catalunya pero también en el País Vasco, Madrid, Lugo y Baleares.
Actualmente gestiona 36 hectáreas de viña en varios lugares de la DO Montsant, con toda la diversidad de suelos. Todos los trabajos se realizan a mano, desde la poda hasta la vendimia. La viticultura es ecológica, libre de herbicidas y pesticidas. Busca elaborar “vinos honestos”. Llega a manifestar que no le interesa crear y elaborar vinos que no le den placer. Ha centrado buena parte de su proyecto en la garnacha negra, que representa prácticamente un 80% de su producción. Afirma que “es una variedad tradicional que en esta tierra pensamos que toma la máxima expresión. Es sensible, sutil, y capaz de retratar perfectamente la fruta, la mineralidad y el paisaje”. Reconoce, eso sí, que “pide mucha atención para expresarse en todas sus vertientes”.
Grau había sido asesor financiero de banca privada y lo dejó todo para triunfar en el mundo del vino, que dice que es su “pasión” pero también su “realización” personal. Dejó de ser asesor de patrimonios de los clientes de Banif (Grupo Santander) y posteriormente de Banco Mediolanum para convertirse en viticultor, creador y comercializador de vinos. Se trata del proyecto familiar Josep Grau Viticultor, situado actualmente en el municipio de Marçà (DO Montsant).
El negocio, que le ha cambiado la forma de vivir, ha sido, “toda una aventura”. La primera vez que se interesó por el mundo del vino fue gracias a un curso de cata de Vila Viniteca. Después estudió en la escuela de Viticultura y Enología Mercè Rossell de Mirillas de Sant Sadurní d’Anoia e hizo un curso de análisis sensoriales y organolépticos de vinos en el Institut Català de la Vinya y el Vi. Quedó “atrapado” hasta el punto de dejar su profesión y dedicó plenamente a su sueño vitivinícola. Reparte su residencia entre Marçà y Barcelona y llega a afirmar que “el Priorat me ha permitido retornar a la vida en el campo que tenía en la Anoia”.
La bodega facturó 420.000 euros en el 2017 y prevé duplicar el dinero lanzando cinco nuevos vinos