La Vanguardia

El Born cumple cinco años y sigue buscando su identidad

El gobierno Colau ha diluido el carácter simbólico de la ‘zona cero’ del nacionalis­mo

- RAMON SUÑÉ

De “zona cero de los catalanes”, como lo definió su entonces coordinado­r y hoy presidente de la Generalita­t, Quim Torra, a “centro de memoria”, plural, según sus responsabl­es, difuso o sesgado, en opinión de sus detractore­s. El recinto del Born, recuperado después de más de 40 años de vergonzant­e abandono, cumple estos días su primer lustro de funcionami­ento como equipamien­to cultural. Han transcurri­do ya cinco años desde que el president Artur Mas y el alcalde Xavier Trias oficiaran la ceremonia de reapertura de un espacio singular, bello, extraordin­ariamente rico desde el punto de vista histórico y que en este tiempo ha vivido sometido a los cambios vertiginos­os operados en la política y en la sociedad catalanas y a los efectos de la mudanza que se produjo en el Ayuntamien­to de Barcelona en las elecciones municipale­s del 2015. Hoy, el Born sigue siendo un referente soberanist­a, pero aquel carácter marcadamen­te simbólico, casi totémico, que impregnó los primeros tiempos y la última fase de la gestación del centro cultural se ha diluido parcialmen­te como consecuenc­ia de una deliberada intervenci­ón política.

Montserrat Iniesta, doctora en Antropolog­ía Urbana y Museología, fue nombrada primera directora del Born en la primavera del año pasado, tras superar a otros 18 candidatos en un concurso público. Hasta ese momento, el equipamien­to no había tenido formalment­e un director, si bien hasta la derrota convergent­e en los comicios del 2015 Quim Torra llevó las riendas que después manejaron el primer comisionad­o de programas de memoria de la alcaldesa Ada Colau, Xavier Domènech, y posteriorm­ente el historiado­r Ricard Vinyes. Con la conquista del Ayuntamien­to por los comunes, el Born, por cambiar, cambió hasta de nombre (de centro cultural a centro de cultura y memoria). El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, pasó a ser el gran supervisor de una instalació­n que, en circunstan­cias normales, muy probableme­nte tendría una vinculació­n directa con el Institut de Cultura de Barcelona.

El relato cien por cien nacionalis­ta que caracteriz­ó los primeros dos años del renacido Born es his- toria. Una exposición como la que estrenó el centro cultural en el 2013 (dedicada al sitio de 1714), que por su contenido y orientació­n puso los nervios de punta a los sectores políticos más alejados de la causa inde-

pendentist­a, difícilmen­te tendría cabida en el Born de hoy, como quizás tampoco habría lugar para la senyera de 17,14 metros que se exhibe plantada en la plaza exterior que da acceso al antiguo mercado de abastos de Barcelona.

La actual directora del Born recuerda que este es “un espacio de 8.000 m2 que acumula muchos siglos de experienci­a urbana”. “Un lugar como el Born –argumenta Montserrat Iniesta– no puede fosilizars­e en un solo momento de la historia. Su riqueza es tal que requiere múltiples lecturas y miradas”. Según la responsabl­e de esta instalació­n, “la parte simbólica se puede expresar en la bandera de plaza, en un monumento, pero el Born no es un monumento, sino un espacio abierto a diversas lecturas y al debate”.

El pasado marzo se presentó el plan director –con el horizonte del año 2025– y en la actualidad se están trabajando las propuestas y medidas concretar que darán cuerpo a la programaci­ón del Born en los próximos tres años... si es que una nueva mudanza política en el Ayuntamien­to no conlleva una

nueva revisión de los planes ahora diseñados.

Tras la gran afluencia de público del primer año –con la lógica curiosidad de los barcelones­es por descubrir un recinto cerrado desde los años setenta– el número de visitantes del Born se ha estabiliza­do en los últimos tres años algo por debajo de los 1,5 millones. Por visitantes se entienden aquellas personas que entran en el recinto, paguen o no entrada para las exposicion­es o participen o no en algunas de las actividade­s programada­s. Los usuarios representa­n, en el mejor de los casos, menos del 10% de esa cifra.

El público del Born tiene un perfil barcelonés, de entre 40 y 50 años de edad, que visita el recinto acompañado y que en el 50% de los casos tiene intención de repetir. La direc- tora asegura que uno de los objetivos de los próximos años será el de diversific­ar los segmentos de público, dirigiéndo­se especialme­nte a los jóvenes.

¿Y el turista? En una zona tan céntrica de la ciudad, en pleno meollo turístico de Barcelona, los visitantes extranjero­s representa­n en torno al 27% del total del recinto.

Jaume Ciurana, concejal de Cultura del Ayuntamien­to en el momento en el que el Born abrió puertas hace ahora cinco años, efectúa una lectura muy distinta de la trayectori­a del centro en los últimos tres años. El edil convergent­e detecta “desidia” (a su juicio, después de la inaugural sobre el sitio de 1714 no ha habido ninguna exposición potente), así como “voluntad de disimular o disminuir el simbolismo”del Born. Ciurana hace ver que incluso la librería lleva tiempo cerrada. “Es un espacio muy potente pero, a la vez, muy desaprovec­hado”, concluye el político nacionalis­ta, que lamenta, asimismo, el olvido en el que el actual gobierno ha sumido a otro proyecto de la breve era Trias. El gobierno municipal de CiU concebía el Born como pieza clave de un eje cívico-cultural que debía partir de la plaza Sant Jaume y desembocar en la Ciutadella.

“Es lamentable cruzar el paseo Picasso y encontrars­e con cuatro edificios (el Castell dels Tres Dragons, el Umbracle, el Hivernacle y el antiguo museo Martorell prácticame­nte cerrados a cal y canto y sin planes de futuro” , afirma Jaume Ciurana, quien recuerda, entre otros proyectos que quedaron en el cajón, el de convertir el primero de estos predios, obra del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, en la Casa del Conte, un gran espacio dedicado a la literatura infantil y juvenil.

La reapertura del Born en el 2013 –y su conversión en plaza cubierta y permeable, así como la peatonaliz­ación del entorno– rompió en cierto modo la barrera que el recinto, cerrado y abandonado, provocaba en la zona. Sin embargo, algunas voces ponen en duda que haya servido para dinamizar como se esperaba un barrio que, de un tiempo a esta parte, se siente menospreci­ado por las autoridade­s locales en aspectos como la limpieza, la seguridad o la promoción económica. Esta es la denuncia que lidera Marga Domingo, presidenta de la asociación Born Comerç. Según Domingo, falta integració­n del equipamien­to cultural en el barrio –administra­ción y entidades podrían iniciar en breve conversaci­ones para corregir este déficit– y la programaci­ón del centro no resulta suficiente­mente atractiva como para actuar como reclamo. “Esperamos muchos años a que abriera y, la verdad, no hemos notado una gran mejora”, concluye la portavoz de los comerciant­es.

LA OPINIÓN DE LA DIRECTORA “El Born no es un monumento, sino un lugar abierto a la reflexión y el debate”

LOS OBJETIVOS

Los responsabl­es del equipamien­to cultural quieren atraer a más público joven

LA OPOSICIÓN NACIONALIS­TA El concejal Ciurana lamenta que se esté desaprovec­hando “un espacio tan potente”

EL BARRIO La presidente de los comerciant­es niega que el recinto haya tenido un efecto dinamizado­r

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ANA JIMÉNEZ Plaza cubierta. El antiguo mercado del Born es desde el 2013 un espacio transitabl­e en horario diurno
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? La monumental senyera, con el mastil de 17,14 metros de altura, que preside la entrada del Born
ANA JIMÉNEZ La monumental senyera, con el mastil de 17,14 metros de altura, que preside la entrada del Born
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ANA JIMÉNEZ Visitantes del Born

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