Diada nacional
Primera Diada Nacional, desde el franquismo, con presos políticos y exilio. Confieso que nunca imaginé iniciar un artículo del siglo XXI, en una democracia europea, con esta frase hiriente. Pero la resiliencia de la mentalidad reaccionaria al mantenerse con buena salud en el Estado español, ha conseguido que España presente al mundo la vergüenza de tener representantes del pueblo en el exilio y en la cárcel, por haber sido fieles al mandato de sus electores y a la democracia.
No hay un solo argumento político, que merezca el adjetivo de decente, que pueda justificar la maldad que sufren los líderes catalanes y sus familias, y por extensión, los millones de personas que los respetamos y queremos. Una maldad institucional, que demuestra el menosprecio del Estado respecto de las instituciones catalanas, sus representantes y los votos de la ciudadanía. Una maldad utilitaria, porque esta larga y espesa prisión preventiva tiene como objetivo usar a los presos como rehenes para la presión política. Es decir, usan su encarcelamiento –y su dolor– para forzar las decisiones que se deben tomar en Catalunya. Y una maldad moral, nacida del espíritu de venganza que siempre ha alimentado la mentalidad colonial española,
Catalunya ha retornado a las cárceles españolas y al camino del exilio, heredera de un largo silencio
tan nefasta para la historia, y tan extensa a ambos lados del arco ideológico español, sean azules, sean rojos. Las dos Españas de Machado se funden en una cuando se enfrentan a los derechos catalanes.
Esta Diada, pues, tiene diversos lemas, con una idea central que nos enmarca en el mandato del 1 de octubre. Pero más allá de la República, la autodeterminación y la libertad, la espina dorsal de la manifestación de hoy tiene que ser la causa de la prisión y el exilio. No puede haber ninguna normalidad, ningún diálogo, ningún puente aéreo, ninguna decisión de fondo en nuestro país que no pase por los Lledoners, por el Puig de les Basses o por el Mas de Enric, allí donde nuestra gente está literalmente secuestrada. Como también tiene que pasar por Bélgica, por Suiza, por Escocia, allí donde nuestra gente está exiliada. Nuevamente, después de tantas décadas, Catalunya ha retornado a las rejas de las prisiones españolas y a las coplas del exilio, heredera de aquel largo silencio del que venimos, y al que quieren que volvamos. Y en el día nacional de Catalunya, este hecho gravísimo es su descarnado protagonista.
Hoy seremos una marea humana, más que nunca, dicen las prospectivas, y haremos lo que sabemos hacer: demostrar al mundo que nuestra lucha es democrática, pacífica y moderna. Una nación milenaria que se enfrenta a una situación de represión de estado con las herramientas de la urbanidad. Es una nueva Diada de reafirmación de los ideales, pero no es una Diada más, porque llegamos de tener que haber sufrido meses un intento planificado y agresivo de destruirnos. Hemos resistido y volvemos a estar alzados. Hoy será la prueba.