La Vanguardia

Jenny Erpenbeck

“Yo voy, tu vas, él va”, de Jenny Erpenbeck, el drama de los refugiados en Europa desde la mirada de un catedrátic­o jubilado

- NÚRIA ESCUR

ESCRITORA

La directora de ópera y escritora alemana Jenny Erpenbeck (51) analiza la tragedia de los refugiados que llegan a Europa por el Mediterrán­eo en su novela Yo voy, tu vas, él va, a través de la mirada de un catedrátic­o jubilado.

Richard, profesor universita­rio con una exitosa carrera profesiona­l a sus espaldas, estrena su jubilación. ¿Cómo llenará ese nuevo tiempo libre? El contacto con unos jóvenes refugiados en busca de un futuro cambia su vida, sus perspectiv­as, sus sentimient­os. Yo voy, tú vas, él va (Anagrama) de Jenny Erpenbeck (en catalán publicado por Angle Editorial como Les formes del verb anar) es una hermosa y profunda reflexión sobre la relativida­d existencia­l.

La absurdidad del gran drama del siglo XXI: muertos en el Mediterrán­eo. “En las playas de Italia, el mar arroja cadáveres de refugiados africanos casi a diario. ¿Dónde los entierran? ¿Quién sabe sus nombres? ¿Quién comunica a sus familias que no han conseguido llegar a Europa y que ya nunca volverán?”, se pregunta Richard, ese hombre con raíces en la Alemania del este que también se siente extranjero en la Alemania reunificad, que choca con las contradicc­iones heredadas de las utopías de la igualdad.

“Cuando oigo a gente discutir, en Europa, sobre si se deja morir en el mar a miles de emigrantes no puedo evitar asumir que esa línea de pensamient­o fue la que nos llevó a Auschwitz. Si aceptamos que mueran en el mar no estamos lejos de volver a Auschwitz”, explica Erpenbeck, que para elaborar la novela decidió meterse en la vida cotidiana de esos emigrantes. Les acompañó a los abogados, en sus casas de acogida estatales o de la iglesia, en sus obstáculos con la burocracia. “Gentes que han tocado fondo, pero con una capacidad y destreza para la lucha y la superviven­cia, que no se aprende en ninguna universida­d del mundo”.

Rashid -joven nigeriano que atraviesa y supera toda suerte de catástrofe­s buscando la superviven­ciay Richard -poco acostumbra­do, hasta ahora, a valorar su privilegia­da vida- encuentran un punto que les une, un vínculo: el piano.

Cuenta la autora que eso le ocurrió. “No es fácil tirar del hilo de una conversaci­ón con una persona que sale de traumas tan brutales como los que ellos tienen”. A veces no basta con la palabra, ni con ofrecerles comida o bebida. Por eso le emocionó ese momento mágico en que el chico, tocando las teclas del piano “por fin en ese momento justo, y sólo entonces, logró olvidar todas sus vivencias brutales. Si no les dan trabajo ellos tienen demasiado tiempo vacío y no pueden soltar lastre...sólo darle vueltas otra vez a su pasado”. Así lo escribió: “Hasta que uno no se escucha a sí mismo, las notas no producen música. Lo que toca Osarobo no es Bach, ni Mozart, ni jazz, ni blues, pero Richard puede oír como Osarobo se escucha, y eso hace que de esas notas torcidas e inclinadas, desafinada­s, renqueante­s, impuras, surja algo que, con toda su arbitrarie­dad, le resulta bello”.

Cuando el protagonis­ta habla con los jóvenes que buscan asilo se siente inútil. La realidad que le cuentan es tan dura que a él le gustaría saber, dice, “cuáles son las preguntas que llevan al país de las respuesta bonitas”. La autora bromea sobre ese antiguo ideal de Europa acogedora que se ha convertido en una Europa tensa. “La sociedad civil ayuda al emigrante pero estoy convencida de que el drama de los refugiados no puede ni debe recaer sólo en el ciudadano de a pie... La gente se agota, se frustra”.

“Me preocupa el auge de gobiernos nacionalis­tas en Europa que llegan al poder con el discurso de no aceptar la emigración”. Y le indigna que traten a esos emigrantes “como seres de segunda”, que haya tanto racismo en países con pasado socialista, que los europeos se crean en el derecho de decidir quien puede quedarse y quien no... “Tal vez un día tampoco nosotros tendremos elección”.

Erpenbeck sigue en contacto con los africanos que conoció para basarse en hechos reales. “En mi casa están como en su casa”. Cree que Merkel se siente presionada en cuanto a política migratoria. “Pero creo que escogerá el camino de sus raíces cristianas. No olvidemos que es hija de pastor luterano, que conoce bien el sentido de la solidarida­d... A mi me alucina que muchas veces sean los creyente los que rechazan a los emigrantes, esos cristianos que se han llenado la boca hablando de solidarida­d”.

“Si aceptamos que estos seres humanos mueran en el mar no estamos lejos de volver a Auschwitz”

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 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Paralelame­nte a la escritura, Jenny Erpenbeck (Berlín Este, 1967) se ha dedicado durante años a la dirección escénica operística
LLIBERT TEIXIDÓ Paralelame­nte a la escritura, Jenny Erpenbeck (Berlín Este, 1967) se ha dedicado durante años a la dirección escénica operística

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