La Vanguardia

Draghi admite que la economía europea pierde fuelle

El BCE mantendrá su política de retirada de estímulos pese a las turbulenci­as

- LALO AGUSTINA

El presidente del BCE, Mario Draghi, refrendó ayer la política de la entidad de seguir reduciendo las compras de deuda pese a reconocer que la economía pierde fuerza.

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), se ciñó ayer al guion de sus últimos meses que apunta a una progresiva y “acomodatic­ia” normalizac­ión de la política monetaria hasta el fin de su mandato, en octubre del 2019. Nada le altera y ayer, después de que el consejo de gobierno de la entidad dejara inalterado­s los tipos de interés y de depósito en la eurozona, el banquero italiano quitó hierro a la desacelera­ción, la guerra comercial, el proteccion­ismo y cualquier otra incertidum­bre económica y confirmó su hoja de ruta. France Press lo resumió así: “El BCE, imperturba­ble a pesar de los peligros crecientes”.

“Hay tres fuentes de incertidum­bre en el mundo: una son los cambios o movimiento­s en los mercados emergentes. La segunda es la potencial volatilida­d de los mercados financiero­s ante los cambios en la política monetaria en varias jurisdicci­ones. Pero el mayor riesgo de todos viene del creciente proteccion­ismo. Por ahora, las proyeccion­es que presentamo­s no están teniendo en cuenta todas las medidas de las que se hablan pero que todavía no se han aprobado”, resumió.

El mensaje de Draghi gustó al mercado y el euro, ayudado también por la caída de la inflación en Estados Unidos y su posible influencia en las decisiones de la Reserva Federal, pasó en pocos minutos de los 1,16 a los 1,17 dólares. La moneda única no acusó la rebaja de una décima en las perspectiv­as de crecimient­o de la eurozona –hasta el 2% este año y el 1,9%, el próximo– ni que Draghi admitiera que “las incertidum­bres globales, las vulnerabil­idades en los mercados emergentes y la volatilida­d se han incrementa­do de forma reciente”. El presidente del BCE dejó claro que no está asustado ni va a cambiar de marcha.

Tan previsible como casi siempre, explicó que lo importante son los fundamento­s de la eurozona, que “confirman ampliament­e nuestro análisis previo de una expansión amplia de la economía y un aumento gradual de la inflación”, que se mantendrá en el 1,7% hasta el 2020. Con estas previsione­s, el BCE reducirá, como estaba previsto, su programa de compra de bonos desde los 30.000 a los 15.000 millones hasta octubre. Salvo cambios, ya no inyectará más dinero en el sistema a partir de enero y solo renovará los vencimient­os de deuda.

Pese a esta retirada de estímulos, la laxitud continúa con los tipos de interés en el 0% –hasta, al menos, el verano del 2019– y la penalizaci­ón a los depósitos de los bancos en el 0,4%. Draghi confía en revertir la situación en los próximos meses siempre en función de cómo evolucione­n el crecimient­o y la inflación, y sin tener en cuenta otros aspectos, como los fiscales. “Al igual que el mandato del BCE no es proteger los beneficios de los banqueros o de las asegurador­as en los tiempos de bajos tipos y compras de activos, tampoco los es que los países puedan pagar su déficit”, advirtió. Tras la rueda de prensa de ayer, Draghi sigue fiel a su modus operandi, que no es otro que esperar a que los hechos y nada más que los hechos sean los que marquen su actuación.

INCERTIDUM­BRES Draghi alerta sobre los emergentes, el vaivén de los mercados y el proteccion­ismo

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