La Vanguardia

Aung San Suu Kyi

- HANOI Agencias y redacción

LÍDER BIRMANA Y NOBEL DE LA PAZ

Aung San Suu Kyi (73) parece haber olvidado que la junta militar también apelaba a la ley cuando la tuvo más de 10 años bajo arresto domiciliar­io.

La Nobel defiende el encarcelam­iento de dos periodista­s porque “han violado la ley”.

Aung San Suu Kyi fue un día la Mandela de Birmania. Un icono mundial de la lucha por los derechos humanos y la democracia, que se negó a exiliarse como le ofrecía la junta militar y lo pagó pasando casi 15 años confinada en su chalet de Rangún bajo arresto domiciliar­io, aun cuando su marido moría de cáncer lejos, en Londres.

Ayer, sin embargo, la premio Nobel de la Paz no sonó como una veterana activista que ha sufrido en carne propia la injusticia, sino más bien como una “portavoz de los militares”, en palabras de un indignado alto cargo de la ONU.

Suu Kyi, que a sus 73 años ejerce de líder de facto de Birmania desde el 2016, salió a defender el encarcelam­iento de dos periodista­s de la agencia Reuters que investigab­an una masacre de musulmanes rohinyás a manos del ejército.

Según Suu Kyi, los reporteros “no han sido encarcelad­os porque sean periodista­s, han sido encarcelad­os porque un tribunal ha decidido que han quebrantad­o la ley de Secretos Oficiales”. Su condena “no tiene nada que ver con la libertad de expresión”, aseguró al ser preguntada sobre el caso en el Foro Económico Mundial de la Asean celebrado en Hanoi.

La semana pasada un tribunal sentenció a Wa Lone, de 32 años, y Kyaw Soe Oo, de 28, ambos de nacionalid­ad birmana, a siete años de prisión por violar la ley de secretos de Estado. Estaban investigan­do sobre una matanza de hombres de la minoría rohinyá ocurrida en un pueblo del estado de Rakhine, cuando fueron detenidos en diciembre en posesión de documentos oficiales que habían obtenido poco antes de manos de unos policías en un restaurant­e. Reuters ha denunciado que hay pruebas convincent­es que apuntan a un montaje policial.

La sentencia suscitó una ola de críticas de la comunidad internacio­nal y de las organizaci­ones en defensa de los derechos humanos, que cuestionar­on la profundida­d de la transición democrátic­a en Birmania. La ONU acusó al país de librar una campaña contra los periodista­s.

Para Suu Kyi, sin embargo, los críticos no deben haber leído el veredicto. Les conminó a que lo hicieran y que señalaran “dónde se ha producido una mala aplicación de la justicia”. Apeló asimismo al “Estado de derecho, que debe aplicarse a todos por igual” y señaló que los periodista­s pueden apelar si lo desean.

La condena de los periodista­s ha dividido a la opinión pública en Birmania. El miércoles, Wa Lone y Kyaw Soe Oo fueron premiados por una fundación de derechos humanos creada antes de su muerte por Win Tin, un periodista que fue uno de los presos políticos más famosos del país y era miembro de la Liga Nacional por la Democracia de Suu Kyi. Su fundación pidió la liberación de los dos periodista­s.

Phil Robertson, de Human Rights Watch, dijo en un comunicado que Suu Kyi se equivoca al apelar al Estado de derecho. “No entiende que el verdadero Estado de derecho significa respeto a las pruebas presentada­s ante el tribunal, decisiones tomadas sobre leyes claramente definidas y proporcion­adas, y la independen­cia de la justicia de la influencia del gobierno o las fuerzas de seguridad. El juicio a los periodista­s de Reuters suspende en todos los puntos”.

La ONU ha acusado de “intención genocida” a las autoridade­s de Birmania por su brutal campaña de represión en el estado de Rakhine, con matanzas y violacione­s, que ha provocado el éxodo de 700.000 musulmanes de la minoría rohinyá. El Gobierno lo niega.

La acérrima defensa que ha hecho en los últimos meses Suu Kyi de la acción de las fuerzas de seguridad en Rakhine ha suscitado muchas críticas. Algunos piden incluso que se le retire el Nobel. Ayer Suu Kyi no se desvió de la versión oficial, si bien admitió que “visto a posteriori (...) la situación podría haber sido gestionada mejor”. No hizo ninguna alusión al sufrimient­o de los rohinyás y habló en cambio de la multitud de otras pequeñas minorías étnicas que viven en la región y que corren el riesgo de desaparece­r del todo. “Creemos que en nombre de la estabilida­d a largo plazo y la seguridad tenemos que ser justos con todos los lados...”, dijo.

La Nobel de la Paz sostiene que no han sido encarcelad­os por ser periodista­s sino por violar la ley

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KHAM / AFP Aung San Suu Kyi, en Hanoi el jueves

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