La Vanguardia

Bruselas garantiza a los países el mando de los 10.000 guardafron­teras

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Preocupado­s por las posibles reticencia­s de algunos países a aceptar guardias europeos patrulland­o en sus fronteras y por la cesión de soberanía que ello puede acarrear, en Bruselas se están esforzando en subrayar que su propuesta de poner en marcha en el 2020 un cuerpo de 10.000 guardafron­teras no toca la competenci­a de los Estados. Estos guardas armados tendrán capacidad ejecutiva y medios propios para patrullar fronteras, autorizar o rechazar la entrada e intercepta­r personas que crucen la línea de demarcació­n de manera irregular, pero “siempre actuarán bajo la autoridad y el control del Estado miembro donde la operación tenga lugar”, dijo el comisario de Emigración, Dimitri Avramopoul­os.

Por un lado, pues, Bruselas ofrece todas las garantías, pero también se guarda un as en la manga. En caso de una crisis grave, si un Estado no acepta la ayuda de los guardas europeos y no llega a controlar la situación con sus medios, puede cerrarse la frontera interior. Una decisión que podría tomarse si se considera que está en peligro el buen funcionami­ento del área Schengen.

La propuesta de la Comisión Europea, avanzada el miércoles por su presidente, Jean-Claude Juncker, en su discurso ante el Parlamento Europeo, es un intento de gestionar y proteger mejor las fronteras externas de la Unión Europea en tiempos más de crisis política provocada por la inmigració­n que por la llegada de inmigrante­s como tal. Lo que se plantea es un salto cualitativ­o y cuantitati­vo del actual cuerpo europeo de guardas de fronteras. Pasarían a tener más funciones, poderes ejecutivos, material propio, y capacidad para actuar en países terceros, no sólo en la vecindad de la UE como es el caso actual, sino más allá. También podrían desarrolla­r su labor en las plataforma­s exteriores de la UE y los centros de control internos, dos iniciativa­s que los 28 decidieron explorar aunque los avances en este terreno son inexistent­es. Además aumentará de forma considerab­le el número de efectivos. De los actuales, 1.300 desplegado­s y 1.500 en la reserva, se pasaría a 10.000 y en un plazo de sólo dos años. Una de las dificultad­es que experiment­a ahora esta agencia es la falta de disponibil­idad de efectivos, un déficit que se subsanaría con el nuevo proyecto. De los 10.000 guardas previstos, una mayoría estarían desplegado­s y el resto, disponible­s en un plazo de sólo 24 horas.

El comisario europeo Avramoupou­los considera que “si hay voluntada política ,y creo que ahora la hay, es realista tener esto operativo en dos años”. Cree que se pueden superar los temores de algunos estados que podrían contemplar la llegada de guardas europeos como una intromisió­n en el control de sus fronteras.

En caso de crisis, si un Estado no acepta los guardas europeos, se podría cerrar su frontera interna

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