Francisco acepta la dimisión de otro obispo de EE.UU. acusado de abusos
El Papa aborda los escándalos en una reunión con obispos estadounidenses
La crisis por los abusos clericales en EE.UU. se complica. Entre la tormenta por las acusaciones del exnuncio Carlo Maria Viganò y el escándalo de la red de pedófilos destapada por la Corte Suprema de Pensilvania, el Vaticano comunicó ayer que el papa Francisco ha aceptado la dimisión del obispo de Wheeling-Charleston (Virginia Occidental), Michael Bransfield, acusado de abusos sexuales a menores durante su gestión en la diócesis de Filadelfia.
Bergoglio no sólo acepta la renuncia, sino que también ha pedido al arzobispo de Baltimore, William Lori, que lleve el día a día de la diócesis y le ha ordenado que lleve a cabo una investigación. “Prometo buscar la verdad dentro de las preocupantes alegaciones contra el obispo Bransfield”, dijo el arzobispo Lori en un comunicado.
Bransfield empezó su carrera en la Iglesia como sacerdote en la archidiócesis de Filadelfia y presentó su dimisión al cumplir la semana pasada 75 años, la edad a la que los obispos deben ofrecer su jubilación. Sobre él pesan sospechas desde el 2012, año en que fue acusado en el juicio a otros clérigos de Filadelfia de haber abusado sexualmente de diez niños a finales de los 70 y principios de los 80. Él lo niega todo categóricamente. La cadena de revelaciones en EE.UU. comenzó cuando uno de sus más prestigiosos cardenales, Theodore McCarrick, fue acusado de abusar de un menor. Francisco le apartó en julio, siendo la primera vez en la historia de la Iglesia que un Pontífice cesa a un cardenal por abusos sexuales.
La bomba de Brainsfield coincidió con la esperada reunión que el papa argentino mantuvo con algunos representantes de los obispos estadounidenses, que pidieron una cita después de que Viganò acusara al mismo Pontífice de encubrir los crímenes de McCarrick. Es un encuentro muy inusual: el último de este tipo fue en el 2002, cuando ocho cardenales fueron llamados a Roma para discutir revelaciones de abusos con Juan Pablo II.
Al Vaticano acudieron el cardenal arzobispo de Boston y presidente de la Comisión Pontificia para la protección de menores, Séan Patrick O’Malley –uno de los más cercanos consejeros a Bergoglio–; el presidente de la conferencia episcopal de EE.UU., Daniel DiNardo; el arzobispo de los Ángeles, José Horacio Gómez; y el secretario general de la conferencia episcopal, Brian Bransfield, primo del obispo investigado. Del encuentro sólo transcendió la duración (dos horas y cuarenta minutos, según NCR, que para una audiencia con el Papa es muchísimo tiempo) y las dos fotografías que mandó el Vaticano. En una, la publicada en este diario, se pueden ver cuatro sobres sellados, seguramente el material que el Papa quería entregarles.
Los obispos estadounidenses buscan que un “enviado apostólico” del Vaticano cruce el Atlántico, como ocurrió con Chile con el arzobispo de Malta, Charles Scicluna. “Nos ha escuchado desde lo más profundo del corazón. Ha sido un intercambio extenso, fructífero y duradero”, dijo DiNardo. Su nombre también se ha visto manchado en las últimas horas: la agencia AP reveló antes del encuentro que el también arzobispo de GalvestonHouston no hizo todo lo posible para apartar de los niños a un cura abusador. Ayer no trascendió la propuesta del Vaticano, y según leyeron algunos expertos, esto se podría deber a que no obtuvieron la respuesta deseada. El Papa no confía en los obispos de EE.UU., con muchos miembros entre su oposición ultraconservadora.
La crisis estadounidense no es menor. Según BishopAccountability.org, 6.721 religiosos han sido objeto de acusaciones verosímiles de pederastia desde 1950. Habría 18.500 víctimas. Otros números estremecedores llegaron el miércoles de Alemania, cuando se reveló que una investigación ha documentado más de 3.600 casos de abusos cometidos por 1.670 religiosos en casi 70 años. La cadena ha hecho que el Papa haya convocado a una cumbre histórica en febrero en Roma a los cerca de 130 presidentes de las conferencias episcopales.
El presidente de la conferencia episcopal norteamericana es acusado también de no apartar a un pederasta