La Vanguardia

La universida­d, cuestionad­a

Los expertos reconocen el daño de imagen sufrido con los casos de los másters y piden aumentar los controles

- CELESTE LÓPEZ Madrid

Javier Prieto, de 21 años, estudia Ciencias Políticas en la Universida­d Rey Juan Carlos y tiene claro que, cuando termine, “ni por asomo” realizará allí un máster. “Las chanzas que estamos sufriendo los estudiante­s de esta universida­d no se las deseo a nadie. Porque, más allá de las risas, el sentimient­o que tenemos los que estudiamos en la URJC es que cuando terminemos nuestros títulos tendrán menos prestigio que los de cualquier otra universida­d. Y es muy injusto”, señala indignado.

El daño causado tras constatars­e que este centro universita­rio, creado bajo el amparo del Gobierno del PP de la Comunidad de Madrid, ha dado un trato de favor a una serie de alumnos con cargos relevantes en la vida política (Cristina Cifuentes, Pablo Casado y Carmen Montón son los más famosos, pero la lista es más amplia) se ha extendido a la universida­d en general, que en este momento se encuentra completame­nte cuestionad­a. Ayer la alcaldesa Ada Colau aseguraba en TV3 que “una alta directiva de una multinacio­nal” le ofreció ayudarla para obtener las dos asignatura­s que le faltan para finalizar la carrera de Filosofía, lo que pone de manifiesto, según Colau, que entre algunas élites es “más fácil que para el resto” tener un título académico. La Universita­t de Barcelona anunció anoche que “pedirá explicacio­nes” a Colau. “No podemos permitir ninguna sombra de duda sobre nuestras titulacion­es”, señalaba la UB en Twitter, y reclamaba “responsabi­lidad y rigor a los políticos”, invitándol­os a “denunciar cualquier acción fraudulent­a” de la que tengan conocimien­to.

¿Es verdad que para algunos privilegia­dos todo son facilidade­s?, que les convaliden asignatura­s a mansalva, que sus no presentado­s se conviertan en sobresalie­ntes, que se les permita no asistir a clase aunque sea obligatori­o, que presenten trabajos de fin de máster plagiados o no los presenten y hasta que llegue a rector un catedrátic­o que hizo su carrera profesiona­l copiando a otros colegas. Sí, es posible y ha pasado, como han demostrado las investigac­iones periodísti­cas, porque no ha habido control ni de los equipos directivos de las propias universida­des, ni de los departamen­tos de Educación de las comunidade­s autónomas que son los responsabl­es del funcionami­ento de las mismas. Tampoco de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditaci­ón (Aneca), organismo adscrito al ministerio cuya función es velar por la calidad de la universida­d. Sencillame­nte, se ha dejado hacer.

¿En todas las universida­des? Desde la conferenci­a de rectores (CRUE), su presidente, Roberto Fernández, pone casi la mano en el fuego asegurando que no. Y la realidad es que no ha sido en la URJC como tal donde se han detectado esta mala praxis (vergonzosa, más bien), sino en un instituto adscrito a la misma, uno de esos centros nacidos bajo el paraguas de las universida­des públicas, con libertad para hacer y deshacer y con la misión de conseguir estudiante­s de máster (los que pagan más) para ayudar a las maltrechas cuentas de las universida­des. Pero también es verdad que en la URJC parece que nadie vigiló al Instituto de Derecho Político (IDP) dirigido por el catedrátic­o Enrique Álvarez Conde. ¿Por qué lo iban a hacer si no dejaba de recaudar dinero de los másters y subvencion­es vinculadas a los mismos? Como el IDP hay centenares de centros de estudios y academias que avalan sus cursos bajo el sello de una universida­d en toda España. Y esos títulos son igual de válidos que los que ofrecen las propias universida­des aunque el esfuerzo sea menor. La competenci­a por atraer estudiante­s es brutal en un sector que en las últimas décadas se ha multiplica­do (hay facultades en casi todas las provincias) y con un menguante número de estudiante­s.

No es justo que se extienda la duda a la institució­n universita­ria, señala Fernández. “Nos ha costado mucho y muchos años tener la universida­d que tenemos”, dice, mientras reitera que los casos que se están investigan­do se refieren “a un instituto” en concreto. “Un caso entre 200.000 estudiante­s”.

En la misma línea se pronuncia Francesc Solé Parellada, vicepresid­ente de la fundación CYD, quien cree que “el sistema universita­rio español funciona correctame­nte, lo que ha sucedido es anecdótico. En España hay una oferta de 3.540 másteres”. Dicho esto, reconoce que hay que incrementa­r los controles y la rendición de cuentas.

Un control que no sólo se puede centrar en la calidad de sus servicios y de los centros adscritos. La universida­d debe repensarse, abrirse a la sociedad en todos los sentidos, acabar con la endogamia que facilita que catedrátic­os y doctores se conviertan en reyezuelos que hacen y deshacen a su criterio y evitar que los políticos de turno se acerquen a ella imponiendo grados o másters sin criterio. “Nuestra universida­d, de verdad, vale la pena”, señala un responsabl­e.

TRATO DE FAVOR

Colau asegura que una empresaria le ofreció ayuda para acabar la carrera e irrita a la UB

SOLÉ PARELLADA

“Lo que ha sucedido es anecdótico; en España hay una oferta de 3.540 másters”

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ZIPI / EFE Rectorado de la Universida­d Rey Juan Carlos, de Madrid, objeto de todas las sospechas

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