La Vanguardia

Tom y Jerry se abstienen

- Francesc-Marc Álvaro

Hay abstencion­es y abstencion­es. Los diputados del PP y Cs se han abstenido en la votación del decreto para trasladar los restos de Franco, hoy enterrados en el Valle de los Caídos. Todos los demás partidos han votado favorablem­ente. Los populares y los de Rivera argumentan que no están en contra de la medida sino de la manera como se ha realizado, porque consideran que no hay ninguna urgencia. ¿Cuál sería la forma adecuada según las dos formacione­s de la derecha española? Eso no importa, porque lo que interesa a PP y Cs es que quede bien claro que no votan sobre Franco junto a los socialista­s, los podemitas, los nacionalis­tas vascos y los soberanist­as catalanes. Lo que interesa a Tom y Jerry es mantener un espacio de discrepanc­ia, sobre todo –iba a escribir “incluso”– en los asuntos que más sensibleme­nte afectan al núcleo duro de votantes populares y naranjas.

La parroquia que Casado y Rivera se disputan se siente cómoda con estas abstencion­es. Supongo. Los respectivo­s estrategas deben haber advertido –encuestas en mano– que abstenerse es más beneficios­o electoralm­ente que apoyar sin manías que la momia del dictador deje de ocupar el lugar de honor de un espacio público –religioso y civil a la vez– que conmemora la victoria militar de unos golpistas. La estrategia es no regalar a Vox ningún posible votante, ni por casualidad; lo que toca es mantener a los amantes del pasado contentos y confortado­s.

Estas abstencion­es no son, como es obvio, un asunto técnico o de formas. Como tantas veces en política, la controvers­ia aparenteme­nte menor es una cortina de humo que pretende arrinconar, borrar o hacer invisible el debate de fondo, el que hace pupa. Lo que sería normal para cualquier partido

La estrategia de Casado y Rivera es no regalar a Vox ningún posible votante, ni por casualidad

de la derecha democrátic­a de Europa occidental no lo es para los conservado­res ni para los autodenomi­nados liberales presentes en el Parlamento. ¿Se imaginan abstencion­es de los democristi­anos alemanes en un debate sobre la huella de Hitler? Votar cualquier cosa que pueda molestar al franquismo sociológic­o siempre es un mal trago para los populares, eso no ha cambiado mucho desde los tiempos de Fraga. Lo más divertido es que Rivera, el supuesto renovador de la derecha, haya acabado imitando la marca que quiere sustituir en un asunto que le permitiría marcar fácilmente distancias. Si no lo hace, es por lo que decíamos: se trata de pescar votos también entre los nostálgico­s, igual que se tolera sistemátic­amente la presencia de banderas nazis, falangista­s y franquista­s en manifestac­iones convocadas por Cs.

Huelga decir que a ojos de cualquier observador extranjero civilizado –quizás también Manuel Valls si tiene un rato para pensar en ello entre clase y clase– estas abstencion­es son incomprens­ibles, injustific­ables y muy inquietant­es. Pero –como decía el castizo– los del extranjero no votan.

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