El largo viaje de un Renoir
Nueva York devuelve a la nieta de un coleccionista un cuadro del pintor impresionista que robaron los nazis en París
Un largo viaje concluyó en Nueva York. Tras su robo por los nazis en 1941, un cuadro impresionista de Renoir, titulado Dos mujeres en el jardín, regresó a manos de sus propietarios.
Alfred Weinberger, coleccionista parisino, su propietario, murió en 1977, poco antes de cumplir los 90. Tampoco consiguió volver a ver parte de sus obras, entre estas cinco Renoir y un Delacroix que las fuezas de ocupación se llevaron de la caja fuerte de un banco de París donde trató de salvarlas del saqueo.
El Museum of Jewish Heritage de Manhattan celebró este miércoles una curiosos reunión familiar. Sylvie Sulitzer, nieta Weinberger y residente cerca de Marsella, no pudo evitar la emoción al “conocer” por fin esa parte del legado de su abuelo.
Nunca lo había visto. Nació 17 años después del robo.
Ella y el fiscal Geoffrey Berman se encargaron de destapar el marco, de 38 por 30 centímetros.
“Mi familia dejó París para huir de la Gestapo, afirmó Sulitzer. “Significa mucho para mí que como ser humano, como judía, haya personas que trabajan para hacer justicia. Allá donde esté mi familia, también verán que se ha hecho justicia”, remarcó.
La invasión nazi de París en la Segunda Guerra Mundial propició un expolio masivo de obras. El museo Jeu de Paume se convirtió en el gran almacén. Los alemanes mantenían, según los historiadores, una meticulosa clasificación de las piezas. A este fin, presionaron a Weinberger, un experto en la materia, para que les ayudara a autentificar las incautaciones.
En lugar de esto, él huyó a los Alpes franceses para unirse a la resistencia. Previamente, sin embargo, tomó la precaución de poner sus tesoros a salvo. Le sirvió de poco porque los ocupantes dieron con ellos en su banco.
Finalizada la contienda militar, Weinberger reclamó seis lienzos, pero entre estos no aparecieron sus Renoir.No se sabe qué hicieron los nazis con estos cuadros. Se supone que parte de esas apropiaciones fueron enviadas a Alemania. Esta pintura en concreto, que Renoir realizó en 1919, cerca de su muerte, se cree que se trasladó a una galería de Londres y reapareció en una venta de Sotheby’s en Sudáfrica.
Volvió a ser subastada dos años después en la capital británica. Otra vez en 1996, sin comprador, y salió en una venta en bloque en Zurich, en 1999. Emergió de nuevo en Nueva York, en el 2005. De nuevo se puso a subasta en esta ciudad en el 2009, pero no tuvo interesados hasta el 2012, cuando se abonaron 390.000 dólares con destino a Michigan. Regresó a la Gran Manzana en 2013, a Christie’s, momento en que Sulitzer tuvo noticia y alertó al FBI.
“Bonitos colores”, dijo la nieta al observar el Renoir. Pero lamentó que lo tendrá que poner a la venta para devolver al gobierno francés la compensación que le concedió hace unos años. Al menos lo ha conocido cara a cara.
La dueña del lienzo, que ha ido por varios continentes, tendrá que venderlo para pagar al Gobierno francés