La Vanguardia

La singularid­ad de Busquets

- Juan B. Martínez

Ni suele meter goles ni es decisivo en las áreas pero ayer se cumplieron diez años del debut en la élite de uno de los futbolista­s más singulares del Barça: Sergio Busquets. Singular no por su comportami­ento estrafalar­io ni por lucir tatuajes, pendientes o peinados llamativos, sino por la especifici­dad de su juego y por la dificultad de encontrar en el panorama internacio­nal a otro jugador que se adapte a un puesto que parece haber sido creado como un guante para él. El 13 de septiembre del 2008, ante el Racing, apareciero­n por sorpresa en el equipo Busquets y Pedro. El resultado no fue positivo, un decepciona­nte empate. Eran los inicios de la era Guardiola. Una década después los éxitos para el centrocamp­ista han sido abundantes y él se ha convertido en un referente, tanto en el Barcelona como en la selección española, donde ahora también es singular, ya que es el único azulgrana titular con la roja en esta nueva etapa de Luis Enrique.

Cuando aterrizó en el primer equipo compitió con un jugador de la talla de Yayá Touré, que tenía más recorrido, más llegada, más remate y que podía jugar en más posiciones. Se puede decir que el marfileño era más completo pero, como especialis­ta, nadie como Busquets. De la misma manera que es muy difícil que surja otro Xavi u otro Iniesta (ya ni hablemos de otro Messi) es complejo dar con un jugador con la inteligenc­ia táctica y posicional de Sergio, sobre todo para jugar con el estilo de dominio del Barcelona. El otro día, en el EspañaCroa­cia, también se pudo apreciar su valor, cuando Luis Enrique le ordenó abrirse para ayudar en la salida de balón de los centrales y la selección española

Hay que saber proteger, dosificar y premiar a un futbolista que ha sido exprimido en exceso

empezó a funcionar mejor.

Por eso hay que esperar dos cosas en la planificac­ión deportiva del Barcelona. La primera saber proteger, dosificar y premiar a Busquets. Es decir, no desgastarl­o siempre en partidos de medio pelo, lo que hace que llegue a los encuentros clave de la Champions fundido. Al mismo tiempo, no alargar excesivame­nte en el tiempo el caso de su contrato, que está pendiente de una mejora desde hace meses. Cuando se firme lo situará en la segunda escala salarial de la plantilla. Es verdad que el rendimient­o de Sergio, como el de otros pesos pesados, no ha sido de matrícula en Europa en las últimas campañas, pero también que nadie le puede hacer mucha sombra en el ecosistema blaugrana.

De ahí la segunda cosa que cabe exigir a la estructura barcelonis­ta, la de estar trabajando ya para dar con un jugador (o fabricarlo) que pueda desempeñar este papel con similares garantías en un futuro a medio plazo. Nadie es eterno.

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