Tortilla sin huevos

LES cuento: la tortilla sin huevos no es exactamente una receta vegana, aunque existe la fórmula con harina de garbanzos y un poco de agua. En periodismo, se denomina así a aquellas crónicas que, a veces, la realidad (o el redactor jefe) obliga a escribir y que tienen poco (o ningún) contenido. La sensación es que esta semana la oposición ha cocinado una tortilla sin huevos con la tesis doctoral del presidente del Gobierno. El día antes que el Abc abriera el diario con un titular que decía “Pedro Sánchez plagió su tesis”, Albert Rivera cambió la pregunta que había presentado en el Congreso para el jefe del Ejecutivo y, en lugar de referirse a Catalunya, le inquirió sobre su doctorado. Nadie debe dudar del azar, porque, como escribió Orhan Pamuk, “la historia es una cadena de casualidades.”

La semana política ha sido un sinvivir de gente mirando con lupa la tesis doctoral de Sánchez, como si fuera el mejor de los best sellers. Algún diario incluso colgó el mamotreto en su web para que el personal jugara a los ocho errores o al Cluedo. Los mismos que veían plagios, le echaban al día siguiente agua al vino y el problema del cum laude pasaba a ser de un tribunal de miembros “afines, inexpertos y novatos”. En la vida, cada uno está dispuesto a creer aquello en lo que tiene fe, así que no hay nada que decir sobre las creencias ajenas, pero ciertamente los softwares antiplagio descartaron que la tesis fuera un fraude. El acoso de la oposición al doctorado de Sánchez no ha sido el mejor de sus negocios, porque hemos sabido al mismo tiempo que el Supremo daba el primer paso para decidir si investigaba a Pablo Casado por las supuestas irregularidades de su máster y el rectorado de la UAB le negaba a Albert Rivera su consideración curricular de doctorando. En cualquier caso, de todo este ruido, quien ha salido más castigada es la confianza en la universidad y en la política, lo que demuestra que en la cosa pública no vale todo y algunos discursos no valen nada.