La Vanguardia

Un patio muy particular

La escuela Baixeras estrena recreo en un solar surgido del derribo de unas casas junto a la muralla romana

- LLUÍS PERMANYER

Una verja perimetral protege todo el espacio que media entre la redescubie­rta muralla romana y la calle Sotstinent Navarro, nacido del derribo de unas casas. Abren con la llave la única puertecill­a del lugar. Reina el silencio. Al poco, una hilera compacta de niños, salidos del vecino grupo escolar Baixeras, entran por primera vez en lo que en este momento pasa a ser su patio de recreo. Faltan pocos minutos para las 11 de la mañana. Y de pronto, ya mandan el griterío y los correteos de unos setenta niños. ¡Alegría, alegría!

No es para menos. Se ha hecho realidad una muy antigua reivindica­ción de la escuela. Cuando fue inaugurada en 1922, al otro lado de la calle Salvador Aulet, en la que rinde la entrada principal de la escuela, había un solar. Fue utilizado como patio, hasta que fue levantada una casa. A partir de aquel momento, no hubo más remedio que limitarse a jugar en el terrado. Es cierto que dispone de una amplitud razonable, tanto que incluso cabe el huerto, pero no es menos cierto que para llegar hasta allí hay que subir demasiados pisos. ¡Uf! La chiquiller­ía lo soporta todo, pero si es remediable, tanto mejor. Está prevista la instalació­n de un ascensor. ¿Será larga la espera?

Desde ayer, este nuevo patio está a disposició­n del alumnado de 9 a 15 h. A continuaci­ón se abrirá al público. La experienci­a ya ensayada en la plaza de Sant Felip Neri ha dado muy buen resultado. Pocos minutos antes de la hora del recreo, ponen unas vallas que cierran el paso mientras dura el tiempo libre. Los turistas no pueden entrar, y se ha evitado así algún incidente con los ciclistas.

Los alumnos han encontrado aquí sus recorridos y algún que otro rincón. Ellos marcan los itinerario­s: saltan y corren por doquier. En sus rostros se dibuja lo bien que se lo pasan con esta novedad. El lugar no era fácil, dada la orografía. Se ha combinado la piedra con la tierra; un poco de grava protege el pie de la muralla. Hay varios desniveles, algunos amparados con barandilla­s. El impecable césped ha de disuadir hollar la pendiente, y se respeta. Un austero banco corrido a pie de medianera es ocupado por primera vez. En el centro destacan dos bancos de madera clara, adornados con formas sinuosas y muy originales; todo el conjunto revela que no se trata de piezas salidas de un almacén, sino obra de autor. Unos se ven atraídos por el asiento, otros suben para ensayar el salto. Una fuente siglo XIX, de fundición, se agradece. Al poco, ya hay cola para beber.

El arquitecto Josep Goday, celebrado creador a partir de los años veinte de una serie ejemplar de grupos escolares municipale­s, se sentiría feliz ante la imagen que ayer por la mañana estallaba al costado de la escuela Baixeras, por él proyectada. Y es que los colegas del GATCPAC le criticaron que hubiera siempre malgastado tanto espacio para jugar, en detrimento de aulas y otros servicios. Quien tenía toda razón era Goday: el patio es fundamenta­l para los niños.

El recinto se cierra con unas vallas mientras dura el tiempo libre de los escolares

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ANA JIMÉNEZ El solar acondicion­ado como patio de escuela junto a la muralla romana de Barcelona

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