Letizia, la primera en la cumbre
Letizia se empeñó en llegar la primera y lo logró. El pasado sábado subió de un tirón la empinada cuesta que separa, en pleno parque natural de los Picos de Europa, la planicie donde se levanta el monolito homenaje a José Ramón Lueje (un ilustre montañero asturiano) del Mirador de la Princesa, bautizado en honor de Leonor de Borbón. Fue la primera en llegar y en contemplar la impresionante vista de los Lagos de Covadonga desde los 1.050 metros que la separaban del nivel del mar. La Reina está en forma, de eso no hay ninguna duda, mucho más en forma que el propio Rey y casi tan en forma como los miembros del servicio de seguridad que la seguían montaña arriba. Así es ella, tan exigente consigo misma como con los demás.
La Reina cumple hoy 46 años, una cifra poco significativa a no ser que te la tomes como el signo inequívoco de que los 50 están a la vuelta de la esquina y, en su caso, ya ha pasado un tercio de su vida como miembro de la familia real . La primera comparecencia de Letizia en territorio regio tuvo lugar el 3 de noviembre de 2003, hace casi quince años, dos días después del anuncio de su compromiso con el entonces príncipe Felipe. Tenía 31 años y, aquel día, en el jardín de la que ahora es su residencia, su seriedad y seguridad impactó. Lo que más sorprende ahora, pasados los años, es su capacidad para representar todos los papeles del auca. Hace solo una semana, más que Reina parecía reina madre, pendiente siempre, quizá en exceso, de que sus hijas, sobre todo Leonor, cumplieran con su papel. Son niñas pero ya no tanto, y la sombra de su madre es demasiado alargada.
Tras el verano, la Reina reapareció morena y contenta. Sus deseos de tener unas vacaciones privadas se habían cumplidos sin que, un año más se haya descubierto en qué lugar pasa su tiempo libre, que no ha sido ni Mykonos ni el cabo de Gata como algunos han aventurado. En cualquier caso, la Reina, en un punto de la vida en el que ya se es viejo para ser joven y joven para ser viejo, parece estar a gusto en la cima. Algo templada su impaciencia sigue, sin embargo, caminando a paso ligero y no siempre mira atrás; intensa en sus compromisos a veces parece desentenderse del entorno; esclava de su imagen, si algo tiene bueno cumplir años es que ya puede darse permiso para relajarse. Ha llegado la primera y nadie le quita el sitio.