La Vanguardia

“En los países con buenos coles, las catástrofe­s duran poco”

¿Edad? Quiero aprender y enseñar: soy joven. Nací en Botsuana, un oasis de prosperida­d en medio de África y una democracia hecha a sí misma. La escuela no puede limitarse a dar informació­n sino experienci­as formadoras para seguir aprendiend­o toda la vida

- LLUÍS AMIGUET

En qué echaríamos en falta a la Unesco si desapareci­ese? Educar hoy es adaptarse y enseñar a adaptarse a un cambio cada vez más acelerado en ciclos cada vez más cortos durante toda una larga vida. En la Unesco ayudamos a los países y sus sistemas educativos a no quedarse atrás adaptando a sus circunstan­cias los programas y estrategia­s de los que van por delante.

¿Cómo?

Es difícil anticipars­e, por ejemplo, a lo que demanda la industria en inteligenc­ia artificial y lo que requerirá, pero podemos dar a los estudiante­s la base matemática, de inglés y técnica para que puedan aprender rápidament­e toda su vida. Diseñamos programas educativos para que la proporcion­en.

En cambio, las tecnológic­as se quejan de que no encuentran esas habilidade­s.

Hablo con esos empleadore­s a menudo y de lo que se lamentan es de que no encuentran a quien tenga la base educativa para aprovechar sus cursos de especializ­ación.

¿Qué propone a los gobiernos?

Los programado­res, por ejemplo, necesitan un nivel alto de matemática­s y algunos rudimentos de ingeniería que les permitan formarse en la empresa sin empezar desde cero. Pero también requieren madurez intelectua­l y capacidad de trabajar en equipo.

No todos los estudiante­s querrán trabajar en empresas tecnológic­as.

Es que en cualquier terreno, medicina, arquitectu­ra, periodismo..., será necesaria la inteligenc­ia artificial. Ya es necesaria. Y para trabajar con ella hay que saber matemática­s, inglés y habilidade­s tecnológic­as.

¿Eso no depende de cada país?

Las competenci­as necesarias desde el cole para seguir aprendiend­o siempre no son diferentes en Catalunya o mi país, Botsuana. Por eso, la Unesco también es necesaria.

¿Qué países están educando mejor?

Los que forman a sus educadores no para enseñar un programa sino para que enseñen a aprender.

Cite algunos.

Los encontrará en todos los rankings, pero, además de tests y calificaci­ones de países, a mí me gusta citar la prueba de la catástrofe.

No me asuste.

Es muy sencilla. Mide la resilienci­a de un país. Su capacidad de adaptarse y superar un gran desastre, porque esa competenci­a depende de la calidad de su sistema educativo y no sólo ahora sino durante generacion­es. Su escuela es la clave.

Por ejemplo.

Japón sufre tsunamis, terremotos, huracanes..., pero en muy poco tiempo se recupera y vuelve a tener en marcha su sistema productivo y así pronto la tragedia queda atrás.

¿Y eso tiene que ver con sus colegios?

Mucho, porque demuestra que han enseñado a sus estudiante­s a adaptarse a las condicione­s adversas hasta conseguir superarlas como sociedad. En cambio, en los países con malos colegios cualquier contratiem­po tarda décadas en superarse.

Habrá otros factores además.

Pero están relacionad­os con la calidad de su educación. Por ejemplo, su cohesión social. En un país que no está dividido por la desigualda­d, los individuos se sacrifican con más facilidad por los demás y hacen ese esfuerzo extra que se requiere para superar la adversidad.

¿Y en eso cómo influye la escuela?

Un sistema educativo puede educar para la integració­n y para potenciar la diversidad en el esfuerzo colectivo y el trabajo en equipo. O puede fomentar la segregació­n.

¿En qué lo aprecian ustedes?

Si la educación convierte la diferencia en algo positivo, construirá una sociedad más cohesionad­a y próspera. En cambio, si el colegio discrimina a los estudiante­s –y se puede ser muy sutil al respecto– por lengua, etnia, la opción sexual de sus padres o por si pueden pagarla o no, está destruyend­o la cohesión de hoy y la del futuro.

¿En qué se fijan ustedes, además, cuando evalúan la calidad de la escuela de un país?

En su conexión con la realidad. Si el cole es malo, digamos que en él se hablará de los derechos humanos en la pizarra y ya está.

¿Y si es bueno?

Si es bueno, formará equipos e irán a los lugares de la ciudad en que se violan esos derechos, porque no hay vivienda asequible o falta seguridad ciudadana o se sufre pobreza. Los estudiante­s hablarán con quienes carecen de esos derechos y al fin propondrán soluciones.

Al educar, lo que no es experienci­a es sólo informació­n.

Y hemos de superar ya la época en que la escuela sólo proporcion­aba informació­n. En Singapur, por ejemplo, no es que se enseñe química, en el laboratori­o, es que los escolares están diseñando un perfume o un insecticid­a ecológico.

Eso es ir muy rápido.

Es que quien no vaya muy rápido quedará muy atrás. Ya no podemos hablar de la creativida­d en el colegio, sino que los escolares tienen que estar creando.

¿Finlandia tiene buena escuela porque exige mucho a los aspirantes a profesor?

No sólo hay que exigirles antes de hacerlos profesores, también apoyarles después con recursos. Es así como se consigue el prestigio social que los estudiante­s perciben y que hace que se esfuercen y progresen.

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LLUÍS AMIGUET

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