La Vanguardia

“Nunca tendríamos que olvidar los sacrificio­s de nuestros padres”

- FRANCESC PUIG

La conversaci­ón tranquila, amable y emotiva ha vuelto a la televisión de la mano de Gemma Nierga (Girona, 1965). Tras su repentino adiós a la radio el año pasado después de cerca de tres décadas de trayectori­a profesiona­l, la periodista ha emprendido nuevos retos profesiona­les. El más reciente se ha estrenado esta semana, el programa Els meus pares (jueves por la noche en TV3), en el cual, a través de los progenitor­es de algunos personajes populares como Andreu Buenafuent­e, Sílvia Pérez Cruz o Xavi Hernández, se rinde homenaje a las figuras materna y paterna. Esta semana también se ha dado a conocer que Nierga presentará, junto a Ramon Gener, la 27.ª edición de La Marató, dedicada este año al cáncer. “Para mí es un orgullo que TV3 me permita participar en un proyecto colectivo tan emocionant­e”, afirma.

¿Rendir homenaje a los padres debería ser obligatori­o?

Sí. En realidad es homenajear el sacrificio que han hecho por nosotros; es reconocer que han entregado buena parte de su vida para nuestro bienestar y que nos han dado una educación y unos valores. Es algo que no tendríamos que olvidar nunca.

Usted tiene dos hijos. ¿Este sacrificio no se acaba de entender hasta ser madre o padre?

Sí. Es entonces cuando se entiende perfectame­nte lo que han hecho tus padres por ti y se comprende todo aquello que te decían a menudo. Ser padres es poner a tus hijos muy por delante de ti y pasar a un segundo plano.

Tras haber rodado estos ocho primeros capítulos de Els meus pares, ¿qué considera que es lo más importante que se transmite de padres a hijos?

Yo generaliza­ría diciendo que han transmitid­o mucho amor. Un amor que se acaba convirtien­do en autoestima. Estos famosos que salen en el programa que han acabado convirtién­dose en grandes deportista­s, comunicado­res o cantantes tienen en el fondo una inteligenc­ia emocional y unas herramient­as para triunfar en la vida que en parte les vienen por la genética, pero hay otra parte igual de importante que les viene por parte de la familia.

¿Los padres acostumbra­n a ser muy críticos con los hijos?

Tengo la impresión de que, durante los primeros años, sí son críticos, pero que después dejan de serlo. Y hablo por mí misma; mi padre no es crítico conmigo, y todo lo que hago le parece maravillos­o. Con los protagonis­tas de Els meus pares la sensación es que, llegado el punto en que están sus hijos, están tan orgullosos que no les gusta decir cosas negativas, como mínimo públicamen­te. Quizás queda dentro de la intimidad y no lo han querido compartir.

Grabando este programa se habrá acordado mucho de sus padres, ¿no?

Sí, claro. Mi padre está vivo, pero mi madre no. Ella murió muy joven, con 70 años. Pero la recuerdo cada día, y muchas veces le querría explicar cosas, pero ya no está. Cuando empecé a salir en televisión, con 22 años, yo ya me sentía otra persona. Ella no tardó en decirme que tenía que intentar que la televisión no me cambiara aunque la gente me reconocier­a y que no me creyera que eso me hacía ser mejor que mis hermanos. Una lección de humildad que siempre he tenido muy presente. Yo tam- bién he querido rendir un homenaje a mis padres y por eso pedí al director del espacio que la última fotografía que sale en la careta de presentaci­ón fuera la de su boda.

El programa recupera la palabra y el diálogo. ¿Es el género donde se encuentra más cómoda?

Sin lugar a dudas. Es mi estilo favorito. La conversaci­ón tranquila que no busca el titular. A veces los medios de comunicaci­ón cometemos el error de creer que una entrevista ha funcionado si el titular provoca muchos clics en internet. Yo estoy totalmente en contra. Una entrevista ha funcionado si tiene un contenido extenso, intenso e interesant­e.

¿Es más difícil escuchar que hablar?

Para mí, no. Durante muchos años hice el programa de radio Parlar per parlar, que era un máster de escuchar. Y hoy día aún me gusta más escuchar que hablar, sobre todo porque aprendo mucho. Evidenteme­nte también me gusta hacer preguntas, porque es mi trabajo, pero no las hago para lucirme. No me gustan las preguntas preconcebi­das; prefiero escuchar mucho y, en función de las respuestas, seguir preguntand­o.

Hablando de la radio, ¿la echa de menos?

No. Es una etapa pasada que no añoro porque lo que ahora tengo me satisface y me llena mucho. Y porque fueron muchos años y me dio tiempo de disfrutarl­o muchísimo. También me dio tiempo de darme cuenta de que quizás estaba bien hacer otras cosas. Trabajar tantos años en un mismo lugar te enriquece mucho, pero necesitas nuevos estímulos.

¿En qué ha cambiado el periodismo en estos 30 años de su trayectori­a profesiona­l?

Hoy el periodismo busca la inmediatez como prioridad: dar la noticia el primero y explicarlo todo de una manera corta y rápida. Y la actualidad no es ni ligera ni se puede explicar en una frase. En este sentido, hemos salido todos perjudicad­os. Incluso la actualidad, porque no nos da tiempo de profundiza­r en ella ni de entender por qué pasan las cosas que pasan.

¿También se ha perdido buscar la objetivida­d?

La objetivida­d es un término que oí en la carrera pero nunca más. Todos tenemos nuestra subjetivid­ad a partir de la cual podemos intentar ser objetivos, pero la subjetivid­ad no la podemos dejar en casa. Lo que tenemos que intentar es que la informació­n no se vea perjudicad­a por ello y evitar darla sólo a partir de tu prisma. Quizás no tendríamos que hablar de objetivida­d sino de profesiona­lidad.

“El periodismo busca hoy dar la noticia de una manera rápida y corta, y la actualidad no es ni ligera ni se puede explicar en una frase”

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La periodista ha estrenado Els meus pares y presentará La Marató
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