La Vanguardia

Másters de boutique

- Joana Bonet

Mis amigas y yo teníamos un truco para estudiar: lograr la chuleta perfecta, la que en menos papel contuviera mayor informació­n estratégic­a y legible. A fuerza de repetir tantas veces lo mismo, haciendo callo en el dedo corazón, memorizába­mos sin querer fechas y reyes, de forma que ya no las necesitába­mos aunque permanecie­ran en nuestro bolsillo, arrugadas y húmedas de tanto manosearla­s. Muchos de quienes nos licenciamo­s en los noventa no codiciábam­os un máster, nos bastaba con dejar de ser una carga para nuestros padres, empezando desde abajo y donde la vocación o la fortuna nos hubieran lanzado. El conocimien­to era un valor supremo, y las ganas de husmear en su corte nos hicieron aprendices autodidact­as: la honestidad iba en el sueldo.

El prestigio intelectua­l nunca fue condición sine qua non para presidir un país, al menos así lo ha demostrado la historia. Pero sí lo fue la veracidad. Que lo que decían ser y creer nuestros representa­ntes fuera honesto y verificabl­e. Hoy, cuando ya se han caído todos los mitos y el poder ha corrompido aquello que ha tocado, desde la Iglesia al fútbol, la credibilid­ad de la universida­d

Hay quienes sólo le echan codos para conseguir un grado, y quienes logran un máster con puente de plata

queda gravemente cuestionad­a a causa del chiringuit­o de la Rey Juan Carlos, cuyos alumnos matriculad­os hoy se avergüenza­n al pronunciar su nombre. El adorno curricular ha generado un auténtico género periodísti­co, porque las imposturas ya no quedan en anécdota con la imposición de una ética global. “Burbujas de la prensa de Madrid”, lo califica el president Torra, cuando por copiar sus tesis dimitieron dos ministros de Merkel: el aristócrat­a Karl Theodor zu Guttenberg y Annette Schavan; y en Hungría tumbaron a su presidente, Pál Schmitt, por lo mismo.

La pureza del conocimien­to debería ser inviolable, pero ¿quiénes son los rectores de nuestros rectores, los jueces de nuestros jueces, los vigilantes de nuestros vigilantes? Los círculos de poder endogámico actúan de la misma forma. Sacan tripa, no dan explicacio­nes ni responden, y, si se les molesta, amenazan con tirar de la manta. Debería hacer autocrític­a la universida­d española: ninguna de ellas figura entre las 200 mejores del mundo. En su libro póstumo, Pensar el siglo XX (Taurus), Tony Judt lamentaba el paso de “una meritocrac­ia social e intelectua­l a un sistema regresivo y socialment­e selectivo de educación secundaria en virtud del cual los ricos podían de nuevo comprar una educación a la que los pobres no podían acceder”. Bien lo expresó la exministra Carmen Montón, tan mal aconsejada, con su frase eslogan: “No todos somos iguales”, queriendo marcar distancias entre los tipos de fraude y de cáscaras vacías. Hay quienes sólo le echan codos para conseguir un grado, y quienes logran un máster con puente de plata, sin embargo siempre ignorarán la íntima satisfacci­ón del esfuerzo intelectua­l. Y probableme­nte no les importe nada porque se han acabado creyendo su propia mentira.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain