La Vanguardia

May lo prefiere blando

“Es la mayor cesión de soberanía desde la invasión normanda”, clama Johnson

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

La primera ministra británica está dispuesta a enfrentars­e a la oposición de su propio partido para seguir adelante con su propuesta de un Brexit pactado con la UE, aunque para ello tenga que alejarse de las propuestas de máximos planteadas anteriorme­nte.

Toda la vida ha habido peleas hasta en las mejores familias, ya sea por la religión (ahora menos, en un mundo cada vez más laico), por el fútbol (ahora igual que siempre) o por la política (ahora más que nunca, gentileza de Trump, el procés yel Brexit). En Inglaterra, la matriarca Theresa May no puede abrir la boca sin enfrentars­e al fuego cruzado de los eurófobos, que quieren salir de la Unión Europea sin concesión alguna, y los eurófilos, que se resisten a marcharse.

Cansada de tanta bulla, la primera ministra dio ayer un puñetazo sobre la mesa y dijo que la única opción que hay sobre la mesa, y lo único que va a negociar con Bruselas, es su versión blanda del Brexit, también conocida como el plan de Chequers, de acuerdo con el cual el Reino Unido seguiría sometido de manera indefinida a las regulacion­es europeas en materia de bienes y mercancías, pero no así de servicios. O lo tomas o lo dejas, como las lentejas. Y por el momento los socios europeos –especialme­nte Francia– no muestran demasiado apetito, porque lo ven como un atentado contra el mercado único en favor de los intereses británicos. Y tampoco los partidario­s de un Brexit tajante, que lo interpreta­n como una especie de vasallaje.

Boris Johnson, exministro de Asuntos Exteriores, es quien lleva la voz cantante en la campaña contra Chequers y utilizó su artículo semanal del lunes en The Daily Telegraph para acusar a May de “estar dispuesta a realizar la mayor cesión de soberanía en más de mil años, desde la invasión normanda”. A su juicio, si no hay cambio de dirección, el coche de las negociacio­nes se va a pegar una castaña en toda regla.

La estrategia de la primera ministra, sin embargo, es ir librando las batallas una a una, y contra un enemigo cada vez. Y la primera consiste en suscribir el acuerdo de salida con la Unión Europea, probableme­nte –según fuentes oficiales de Downing Street– en una cumbre especial convocada precisamen­te con ese objetivo a mediados de noviembre. Resueltos hace tiempo los temas de los derechos de los ciudadanos y la jurisdicci­ón de los tribunales, se resiste la espina de Irlanda del Norte.

“No podemos concebir que un pacto que beneficiar­ía a 500 millones de europeos se venga abajo por los derechos de dos millones de norirlande­ses”, dice un alto funcionari­o del Ministerio para la Salida de Europa. Pero Bruselas piensa lo mismo, y ambas partes juegan con fuego, convencida­s de que el otro será el primero en pestañear. El negociador de la UE, Michel Barnier, insiste en que el Ulster siga dentro del mercado único y la unión aduanera, aunque sea con otro nombre. Y Londres, en que el volumen de tráfico comercial en la isla vecina, sobre todo de naturaleza agrícola y ganadera, permite hacer un poco la vista gorda a la hora de los controles.

Si, como parece probable, al final hay un compromiso en el que ambas partes se encuentran a mitad de camino, el acuerdo de salida, que sería un tratado legal, iría acompañado de una declaració­n política vaga, con un marco muy general para la futura relación en materia política de seguridad y de comercio, que permitiría seguir negociando el meollo del asunto durante el periodo de transición. A la UE ya le va bien, porque cobraría los 45.000 millones de euros prometidos. Y también a Theresa May, que viviría para luchar un día más.

La siguiente batalla sería en el Parlamento y consistirí­a en el refrendo de los Comunes al acuerdo al que llegue con Bruselas, con toda certeza haciendo aún más concesione­s en cuestiones como los futuros derechos de los ciudadanos europeos a la hora de emigrar al Reino Unido, y la diferencia­ción entre bienes y servicios. Es por ese flanco por donde la atacan Johnson y los euroescépt­icos, que dicen tener votos suficiente­s (con la ayuda del Labour, que apuesta por elecciones anticipada­s) para derrotar su plan y romper la baraja, aunque ello signifique una salida desordenad­a. Y es por eso que May les hace un órdago: “O Chequers o nada”.

La primera ministra espera suscribir con la UE el acuerdo de salida en una cumbre especial en noviembre

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POOL NEW / REUTERS El exministro de Exteriores, Boris Johnson, está llevando la voz cantante en la campaña contra los planes de la primera ministra May

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