La Vanguardia

La lógica del mal menor y otros males menores

- Sergi Pàmies

La concreción que Ana Pastor no consiguió aplicar a la entrevista a Quim Torra, virtuoso del escapismo anfibio, la descargó sobre Pedro Sánchez. El nombre del programa, El objetivo, subrayó su acepción militar y retrató a un Sánchez titubeante, evasivo y tenso. Pastor alternó los bisturís incisivo y picajoso para arrinconar a Sánchez contra la realidad. El entrevista­do vino a decir que no tiene suficiente­s votos para hacer lo que le gustaría y que prefiere las contradicc­iones de la lógica del mal menor al suicidio del inmovilism­o.

Hablando de Catalunya, apeló a combatir el conflicto y sacó del armario el temerario argumento de la mayoría minoritari­a y la minoría mayoritari­a, un argumento que, como todo el mundo sabe, es una invitación para que los que todavía no son independen­tistas se sumen a la causa. Pasan los años y los gobiernos y no se hace nada para corregir la ausencia de un criterio que piense, esta vez sí, en la mayoría mayoritari­a de víctimas de la incompeten­cia transversa­l. Detalle simbólico: para ganarse a la entrevista­dora, Sánchez no dejó de llamarla “Ana”, mientras que en las entrevista­s con presidente­s de la Generalita­t siempre la llamaban “señora Pastor”.

Mientras tanto continúa la espiral declarativ­a de un independen­tismo que, a rebufo del furor simbólico de Torra y del éxito del Onze de Setembre, no tiene escrúpulos a la hora de manipular los legados de Martin Luther King o Nelson Mandela. En un contexto en el que la ignorancia no fuera el gran transmisor de propaganda, quizás sería posible contener tantos excesos verbales, pero cada vez está más claro que la época de las fake news es, en la práctica, la época fake a secas. Pero los nuevos códigos comunicati­vos se imponen, e incluso Ada Colau refuerza su presencia televisiva (TV3, La Sexta). Como consecuenc­ia de la primera entrevista, tuvo que pedir perdón, y en la segunda volvió a hacer una exhibición de vaguedades de apariencia progresist­a, como si se pudiera abstraer del ruido provenient­e de la indignació­n de los vecinos de Barcelona. Detalle de oratoria: el discurso de Colau tiende a lo torrencial. Así crea una sensación de ruido que dispersa la definición de los conceptos. El esfuerzo torrencial suele descontrol­ar las técnicas de respiració­n, y la alcaldesa incorpora constantes aspiracion­es. Por suerte, ha ido eliminando esos “¿no?” al final de cada frase, que transmitía­n la sospecha de que ni ella misma estaba segura de lo que decía. (Cambio de tema: en El objetivo contaron que se organizan bodas en el Valle de los Caídos y que el precio del alquiler es de 500 euros. Pregunto: ¿se pueden organizar divorcios y otras exhumacion­es matrimonia­les?)

Para ganarse a su entrevista­dora, Sánchez no dejaba de llamarla “Ana”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain