Preliminares
El miércoles pasado, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Govern, Elsa Artadi reveló que habían aprobado “la memoria preliminar del anteproyecto de ley de Memoria Democrática”. Ahora toca la apertura de un periodo de consultas a fin de que entidades y ciudadanos –no mencionó cuáles, ni mencionó la academia– colaboren en su elaboración. La nueva ley debería permitir armonizar un corpus existente formado por la ley de Reparación Jurídica, la ley de Fosas o la del Memorial Democrático impulsada por el tripartito y otras normas. La pretensión, al fin, sería facultar a la Generalitat para retirar símbolos franquistas del espacio público (ya toca), anular condecoraciones a golpistas (sólo faltaría) o suprimir nombres de calles dedicadas a personajes relacionados con la dictadura y crímenes de lesa humanidad.
Pero aparte de armonizar este corpus, según Artadi, la ley también supondrá una actualización en función de nuevas demandas. ¿Cuáles? Es en este punto, a pesar de que aún estemos en los fatigosos preliminares, que la intención me parece lo bastante excitante porque es cándidamente perversa.
En la misma intervención, hablando de la misma ley, la portavoz nos anunció que el Govern consideraba la creación de una comisión con nombre prometedor: la Comissió de la Veritat. ¿Objetivo? Reconstruir hechos. ¿Periodo? A diferencia de la ley del Memorial (centrada en el ciclo Segunda República / Guerra Civil / franquismo), la consellera Artadi, como quien no quiere la cosa, nos hizo saber que la cronología de interés gubernamental había cambiado. No mencionó la República ni de paso, que con sus políticas progresistas debe de haber desaparecido del foco de interés institucional, pero en cambio este periodo mitificado ha quedado sustituido por otro: la transición. Como todos los ejemplos que citó afectaban sólo a la represión y no a la fundamentación de la democracia, el uso del pasado con intencionalidad política parece ideológicamente transparente. A partir de ahora la memoria con sello oficial pondrá más en valor la infamia que la reconciliación. Debe quedar bien clarito que la idea de pacto consensuado es sinónimo de claudicación.