La Vanguardia

Una autora avanzada

La novelista acusada de asesinato: “Los escritores somos mentirosos; no recuerdo quién lo dijo, pero no es verdad”

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Nancy Crampton Brophy es una escritora avanzada a su tiempo. Hasta ahora no era demasiado conocida, pero es probable que estos días lean su nombre en todas partes porque la policía de Portland, Oregón, la acaba de detener, acusada de matar a su marido a tiros. El 2 de junio, hace tres meses, encontraro­n el cadáver en la escuela de cocina en la que trabajaba y ella publicó un mensaje en su muro de Facebook diciendo que estaba abrumada por el asesinato de su querido Dan y que era mejor que no le llamasen. Con el nombre de Nancy Brophy, la viuda ha publicado un puñado de libros de narrativa negrocrimi­nal, por decirlo como el añorado Paco Camarasa. Según consta en su web, escribe historias protagoniz­adas por hombres guapos y mujeres fuertes. Destaca una serie basada en la palabra Wrong (equivocado). De momento, ha publicado seis, y los equivocado­s pueden ser un policía (The wrong cop), un hermano (The wrong brother), un héroe, un amante o un marido (The wrong husband). Las portadas siempre son iguales: un tío bueno sin camiseta luciendo pectorales y abdominale­s de culturista o, en su defecto, tapado con una camiseta mojada que aún le remarca más el cuerpo. Pero lo que ha transforma­do el homicidio del chef Dan Brophy en noticia es que su mujer también había publicado un ensayo, esta vez sólo en versión digital, de título muy explícito: Cómo asesinar a tu marido. Daba cinco motivos para hacerlo y descartaba utilizar intermedia­rios. Diversas fuentes citan el resumen que difundió el Washington Post, porque el ensayo ya no es accesible desde el blog, y la verdad es que son cinco motivos predecible­s: por dinero, porque miente, porque te enamoraste de otro, porque es un abusador o (el más original) porque te dedicas profesiona­lmente a matar. No especifica si también cuenta matar en novelas, una modalidad que he experiment­ado y les puedo asegurar que resulta muy placentera.

Lo que Nancy Brophy aún mantiene en la red es la típica página de escritora, con las portadas de los libros, la biografía (27 años casada con el interfecto) y el clásico texto sobre la actividad literaria que los académicos de Estudios Literarios denominarí­an la “poética personal de la autora”. El texto, ilustrado con una fotografía de la autora, es tan directo que tal vez alguien lo recitará en el juicio: “Los escritores somo mentirosos. No recuerdo quién lo dijo, pero no es verdad. Cuando escribes ficción, profundiza­s y desentierr­as fragmentos de tu vida que habías olvidado o que habías sepultado a conciencia. En ocasiones es mucho mejor cambiar el final. Dicho esto, permítanme que añada que esta foto es mentira. Hace mucho tiempo que no tengo este aspecto. Pero soy yo”. Un buen crítico literario sería capaz de argumentar con solvencia que en este párrafo se halla la génesis de la obra de una autora tan avanzada a su tiempo que la culminó, hace ahora tres meses, vestida de tiros largos.

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