La Vanguardia

Valls reivindica a Maragall y cree vital restaurar la imagen de la ciudad

- RAMON SUÑÉ

El exprimer ministro socialista francés Manuel Valls sigue sin confirmar si optara a la alcaldía de Barcelona en las elecciones del año que viene. Viene manteniend­o que lo hará “a finales de septiembre”. Sin embargo, a juzgar por su discurso y por los conocimien­tos adquiridos sobre la ciudad que podría aspirar a gobernar, casi todo parece indicar que la última hoja de la margarita correspond­erá a un sí.

El exalcalde de Evry fue ayer el protagonis­ta de un almuerzo, con un centenar de personas y sin presencia de prensa, organizado por la agencia de comunicaci­ón Intermedia. Diversos asistentes al acto coincidier­on en señalar la reivindica­ción que Valls hizo de la figura del alcalde Pasqual Maragall y de la necesidad de que Barcelona recupere aquel espíritu de unidad que hizo posible el éxito de la aventura olímpica y la transforma­ción de la capital catalana.

Manuel Valls no aclaró si se presentará o no, aunque volvió a dejar claro que si lo hace no será con las siglas de ningún partido, ni siquiera con las de Ciudadanos, la formación que le ha ofrecido ser su alcaldable. La vida de partido de Valls terminó cuando decidió abandonar el Partido Socialista Francés y no tiene intención de regresar a ella. El exdirigent­e socialista francés desearía en consecuenc­ia una candidatur­a amplia, que aglutinara a representa­ntes de diversas tendencias, algo que, hoy por hoy, no entra en absoluto en los planes del PSC. Los socialista­s catalanes confían en recuperar parte de la fuerza que les permitió gobernar Barcelona durante 32 años sin interrupci­ón con una candidatur­a encabezada por Jaume Collboni, ganador de las primarias de su partido.

Valls, natural del barrio de Horta, demostró a los asistentes al almuerzo que su aprendizaj­e de la realidad de la ciudad va por buen camino. “Sabe perfectame­nte qué es Nou Barris”, explica uno de los comensales a modo de ejemplo. “Ha empollado un montón”, añade otro. “Ahora sólo falta que comience a dejarse ver en los grandes actos de ciudad y en los pequeños de barrio”, concluye un tercero.

El discurso de Valls sobre Barcelona es también metropolit­ano. Insistió en ello y en que la ciudad y su conurbació­n reúnen las condicione­s para recuperar esa buena reputación e imagen de la capital catalana en el mundo, que ahora parece estar en entredicho. Asimismo, considera que la solución a la crisis política que vive la relación Catalunya-España tiene una fórmula: más Barcelona.

En su intervenci­ón en un hotel del Eixample , el exprimer ministro francés hizo hincapié también en su propósito –si es que finalmente decide regresar a la política local pero cambiando Evry (poco más de 50.000 habitantes) por Barcelona (algo más de 1,6 millones)– de devolver la confianza del sector privado en la administra­ción municipal.

Sus palabras suenan bien a oídos de los empresario­s, de aquellos a los que se les cayó el mundo encima cuando en mayo del 2015, por sorpresa, Ada Colau y los comunes se hicieron con el poder, aquellos que, después, no han tenido más remedio que alcanzar un pacto de convivenci­a con el gobierno municipal –necesario también para la alcaldesa– que no echara a la papelera de la historia el exitoso modelo Barcelona.

El exprimer ministro francés considera imprescind­ible devolver la confianza al sector privado

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